martes, 31 de marzo de 2009

La tienda de productos españoles

Ay tulipanes como entiendo a “la Piquer”. Y cuando digo a la Piquer no me refiero a mi tía (;)), sino a Doña Concha Piquer, la cantante de copla. Síííííííííííí, habéis leído bien, he puesto copla, ¡qué pasa! mucha gente ha tenido una infancia difícil y en la mía algún que otro casete de copla ha amenizado los viajes familiares de verano.

Para aquellos que no hayáis tenido contacto directo con la España de “Ojos verdes”, “El tatuaje” (Esta es la “Él vino en barco, de nombre extranjero...”) o “La Zarzamora” voy a haceros una sección especial, porque no podéis seguir conociendo Holanda (y sus aspectos más cri-cri para algunas personas) sin conocer España (y sus aspectos más cri-cri para otras). Además que los del Trivial cada vez hacen preguntas más enrevesadas:

Conociendo la España Cañi.

Una de las coplas que cantaba Doña Concha Piquer es “Suspiros de España”. La copla va de una emigrante en Estados Unidos durante el periodo de la “ley seca”. La buena mujer no se le ocurre otra cosa más que en Nochebuena organizar una “Spanish Diner”, y ¿qué es una Spanish Diner sin vino…? Pero como ya he dicho estaba en vigor la ley seca por la cual se prohíba la venta alcohol. Sólo, como explica la canción, para la gente enferma podía comprarse vino en farmacias previa receta médica. Así que la pobre mujer no le quedó otra que pagar un pastizal para hacerse con una receta falsa y poder conseguir "vino español, vino español". (parafraseando la copla)

Os podéis imaginar como terminó esa cena, con gente que estaba fuera de casa (justo en navidad) que llevaban sin beber desde hace ni se sabe, con un graciosote que le dá por poner en el gramófono otra canción que se llama “Suspiros de España” (amigo lector, no pienses que la canción se convirtió en un bucle recursivo infinito (:p) en la que la propia canción se puede oir desde el gramófono, y a su vez, en la canción grabada que esta sonando en el gramófono se puede oir vuelve a empezar de nuevo desde un vinilo…("la parte contratante") y así sucesivamente. No tulipán, la canción que escuchan en el gramófono es un pasodoble “Suspiros de España”, distinto a la copla “Suspiros de España”…Si es que tengo que explicártelo todo :p). Pues en efecto, como bien os habeis figurado, acabaron todos llorando. Ahora, tenéis que oír lo que decía la anfitriona después de la cena, la definía como “la mejor cena que soñar pudo un español”:-s.

Fin de conociendo la España Cañi.

Tulipanes tengo que decir en favor de la canción que estando en España no la entiendes. No entiendes el concepto Spanish Diner con el vino (o la sangría) imprescindible, no entiendes la ilusión que te hace cuando vas al super y lees la etiquetita de Spaans (Español) en un producto (aunque sea una cebolla) o cuando vas por la calle y oyes a alguien hablando en español y te debates en tu fuero interno entre acercarte y decirle “¡hola!,soy española” o callarte por la alta probabilidad de que cualquier español irónico que no esté solo piense “mira esta pobre que no tiene amigos”. Y que decir de la ilusión que hace cuando vas a un quiosco de La Haya y lo primero que ves es que venden el “10 minutos” edición española con Raquel Mosquera en portada.

Pero no os sintáis mal tulipanes, porque yo hasta hace poco no lo entendía. Y no lo entendí hasta mi segundo sábado en Delft, cuando dando una vuelta de reconocimiento me encontré ¡una tienda de productos españoles!¡Con la banderita de España!¡Con el letrerito en español!¡Con mandiles de lunares! (Los que todos tenemos en casa) ¡Con latas de cocidito madrileño!¡¡Con turrón El Almendro!! (no podía ser otro que el de “vuelve a casa, vuelve”) ) ¡Con Colacao!! Cegada por la emoción y por la morriña, entré dispuesta a hacer acopio de de todo lo que echaba en falta en el supermercado. ¡¡¡Había lentejas y orégano!!! Lo tuve claro, esta tienda se convertiría en mi nuevo sitio de culto. Supercontenta cogí el orégano y las lentejas (un paquete pequeñito que ya no iba a pasar por casa hasta la noche. Con el Colacao ya cargaría en otro momento pero estaba tranquila porque ya lo tenía fichado). Y más feliz que un regaliz me fui al mostrador a evaluar la procedencia de mi nueva amiga (la cajera de la tienda de los productos españoles), ¿sería extremeña? Pero aquella mujer tenía lo mismo de spaans que yo de holandesa (por cierto, sigo sin trencitas rubias). Y lo que se iba a convertir en mi nuevo sitio de culto, se convirtió en mi nuevo sitio de sablazos. Tres euracos y medio por un botecito de orégano (eso sí, Doña Carmencita, pero vamos que a mi me hubiese valido con Carmen a secas) y un paquete pequeño de lentejas. Y fue justo en ese momento, en ese preciso momento, en el mostrador de la tienda de productos españoles, me di cuenta de que acababa de entender perfectamente la canción “Suspiros de España” (o al menos hasta la primera parte, sin incluir el gramófono).

Tulipanes, sed buenos.
Mila

lunes, 16 de marzo de 2009

A mi abuelo Fidel

En la estancia fuera de casa no siempre hay momentos fáciles, y hoy es uno de esos momentos porque ayer falleció mi abuelo Fidel. Quizá os preguntéis porque escribo sobre ello, y la respuesta es sencilla, es que esta es mi manera de hacerle un pequeño homenaje desde tan lejos.

Desde luego cuando alguien muere puedes actuar de dos formas: lamentando las cosas que no has hecho con esa persona o bien recordando los momentos que de una u otra forma te hacen sonreír. Os podéis imaginar que opción prefiero elegir.

De cuando era muy, muy pequeña la imagen que tengo de mi abuelo es de una persona callada y extremadamente mañosa, virtud que desgraciadamente yo no he heredado. Realmente lo recuerdo arreglando cualquier cosa, y de hecho se me quedó grabada la vez que hubo algo que no supo solucionar (también ayuda a mi memoria el hecho de que justo ese objeto fue un juguete mío, el torno del “alfanova” que me habían traído los reyes).

No sé si os he contado alguna vez que en mi familia somos muy de asociar actividades a personas, como por ejemplo el encargado de llevarme a ver las marionetas a la plaza (Peneque, Peneque ¿dónde te metes?) ha sido siempre mi tío Vale o el del día de la bicicleta mi tío Carlos (Yo el día de la bicicleta como bien podéis deducir iba de mera espectadora). En este reparto (que no sé como se organizó) a mi abuelo Fidel le tocaron las cucañas. Realmente no tengo ni idea de si el termino cucaña es acuñado por mi abuelo, si es típico extremeño o es de ámbito nacional, así que por si acaso lo explico (y esto va especialmente dedicado a los capitalillas de MadridJ). La cucaña consiste en poste de madera que se unta de cualquier sustancia resbaladiza (normalmente jabón) y se coloca perpendicular al suelo. En el extremo más alto de la cucaña se pone un jamón, y la diversión consiste en ver como la gente escala y resbala por el poste mientras intenta alcanzar el jamón. Otro de los juegos que se realizaban consistía en poner barreños con monedas y harina en los que con la boca tenía que encontrar las monedas. La verdad es que haber ido a las cucañas forma parte de mi conjunto de recuerdos más antiguos, con lo cual no sé deciros si entonces ya por entonces tenía yo formado mi nivel de escrupulosidad actual o era por orden explicita de mi abuela (otra gran escrupulosa), el caso es que la participación de mi abuelo y mía en tales eventos era simplemente como publico.

Cuando yo ya era un poco más mayor (ahora nos movemos entorno a mis 11 años y ya mi abuelo venía a comer a casa) recuerdo el intento fallido de enseñarme a jugar con la peonza. La verdad es que yo siempre he sido bastante enreda y siempre que querido estar a la moda del cole: que se llevaba el diabolo, yo me compraba un diabolo para jugar, que se ponían de moda hacer pulseras, yo hacía pulseras,... Con la peonza pasó lo mismo, un buen día paso a ser lo más “in” del patio. Empecé comprándome una y luego me busqué a alguien me pudiese enseñar. Me sonaba que alguien había contado que mi abuelo jugaba de chico a la peonza, así que lo enganché para que me diese clases. El tema peonza no fue nada bien, primero porque mi abuelo se dedicó a hacerme de rabiar insistiendo en que el término correcto era trompo y no peonza (como podéis comprobar yo también soy muy cabezona y sigo sin dar mi brazo a torcer), y después porque ninguno de los dos éramos famosos por nuestra paciencia, con lo cual mis conocimientos actuales sobre la peonza se limitan al ámbito puramente teórico (¿Sabéis que las peonzas pueden ser de dos tipos en función de la parte metálica? Pueden ser de punta de garbanzo o de pico de cigüeña. Hay queda eso).

Sin embargo al menos hubo una cosa con la que superamos con creces las dos sesiones: jugando a la escoba. Durante muchísimo tiempo después de comer nos echábamos una partida a las cartas. No es que existan muchos juegos de cartas para dos jugadores así que nos centramos en la escoba. Como buen integrante de la familia Jiménez, mi abuelo participaba de la actividad típica de la familia: hacerme de rabiar. Y si mis tíos se habían especializado en simular el robo de mis muñecos o llamarme usando nombres extraños, mi abuelo se centró en mosquearme mediante las cartas. Así que por ejemplo cada vez que se llevaba un oro repetía: “Cojo este orito que me va a venir muy bien” (a lo mejor una vez te da igual, pero oír esta expresión vente veces a la semana te termina sacando de quicio, y más si no te gusta perder) o cuando estábamos en la ultima manga siempre me decía: “No tapes tanto la carta, que para un cuatro que tienes…” (Ahhh, con esto especialmente me indignaba, y más porque nunca quiso contarme como lo hacía, se guardaba el truco para él)

Creo que puedo decir que a mis dos abuelos, Domingo y Fidel los tengo asociados a los cacahuetes. Al primero porque a escondidas le robaba los panchitos que él a su vez compraba, sin que mi abuela se enterase, para los partidos del Atléti (un crimen perfecto porque no se podía quejar). Y a mi abuelo Fidel porque, durante muchísimo tiempo (casi tanto o más como el que estuvimos jugando a la escoba), pasaba a verlo a la salida del cole por el bar donde iba a tomarse el café. Él siempre me “convidaba” (me encanta este verbo) con 20 duros en invierno o un polo en verano, y me daba los cacahuetes que ponían de pincho en el bar. Cómo sería la rutina que si algún día me despistaba hablando (raro en mí :p), siempre alguno de mis compañeros del colegio me recordaba: “Oye que hoy no has pasado a ver a tu abuelo”. Con tanto cacahuete como comí les terminé cogiendo manía, para alegría de mi abuelo Domingo, pero sin embargo tanto vicio ha dejado su poso y ahora el mono se me manifiesta en forma de M&Ms.

El recuerdo actual, conmigo ya de mayor que más me gusta de mi abuelo era el de cuando nos poníamos a hablar de cosas de historia que él había estudiado en el colegio y que recordaba con asombrosa claridad. Pero cómo no, siempre había el puntito de discusión cuando cada uno se encabezonaba en el otro estaba equivocado con el número de un rey o las fechas de un evento.

Para terminar este post quiero agradecerle a mi padre las veces que se puso pesado para mi abuelo y yo hiciésemos cosas juntos porque así a día de hoy puedo recordar todas estas cosas que hice con él.

Un besito.

lunes, 9 de marzo de 2009

Gracias señor por ser de Atleti

Papa, papa, ¿por qué somos del Atleti?
Hijo, porque nos da alegrias cuando estamos fuera de casa (no el Atleti, sino nosotros)

Yo no sé porque la gente, en general, es del Atleti, sólo puedo contaros porque yo soy del Atleti. El motivo es muy sencillo: mi abuelo Domingo se adelantó a todos los Jiménez (del Madrid de toda la vida) y me compró primero la equipacion del Atleti, y yo, desde luego, para pena de todos los Jiménez, soy una chica de una sola equipación. De todas formas pienso que fue un acierto total, porque, por como soy me llama mucho más la atención un equipo un poco desastre, de incomprendidos, en el que las victorias saben a gloria y las derrotas no saben ya a na’.

Desde luego yo no soy la aficionada tipica, estandar, que se sabe la alineacion de pe a pa y se traga todos los partidos (de hecho en futbol en general me resulta un poco rollo, no como el baloncesto), pero me siento “atletica” y con eso basta.

Últimamente estoy pensando mucho en el Altleti y por extension en mi abuelo (o en mi abuelo y por extension en el Atleti; da igual, los dos van unidos). El otro día cobré mi primer sueldo en esta empresa y no podía evitar pensar en lo que usé parte de mi primer sueldo de cuando trabajé en Telefonica: comprar entradas para mi abuelo y para mi para ver al Atleti en el Calderón (que por cierto, al final mi abuelo me terminó dando dinero con lo cual él pago las entradas, pero dicen que la intención es lo que cuenta). Lo pasamos genial ese finde semana, aprovechando para dar vueltas por Madrid y como he dicho para ver al Atleti. El partido fue un tipico partido atlético: el Atleti ganó sufriendo (si no hubiera sido así hubiese pedido que me devolviesen el dinero, para una vez que iba al Calderón quería a ver lo clásico, lo que se espera ver alli). Lo más gracioso de ese día es que nos juntamos un par de glotones y poco expertos en ver futbol en el campo, y aunque sabiamos que habia que llevarse un bocadillo (al campo hay que ir con la camiseta, por si acaso te sacan y con un bocata), pues nos lo comimos antes del partido. Asi, en el descanso, cuando todo el mundo sacó su bocata y empezó a comer, mi abuelo y yo nos quedamos superplanchados, sin nada ya que comer y mirando a todos como comian.

La segunda vez que he pensado en el Atleti fue el lunes pasado, en el curso, aquí en Bruselas, cuando lei un mail en el que me daban parte del partido del domingo pasado: “Vaya con el Atleti, menuda remontada al Barça en el Calderón. El Atleti, iba perdiendo 2:0, y ha remontado y gando”.Toma, toma, toma (pienso yo). “Hablan del mejor partido del año”. Ole mi Atleti, y mira que lo siento por Guardiola y lo mono que es, pero el Atleti es el Atleti, y Guardiola después de todo es un poco seco. Vaya alegria que me entro, y es que llevo un mes completamente desconectada de las noticias españolas, y que romper ese silencio con un noticion así...

Por la tarde, al dia siguiente, después del curso me acerque a ver Bruselas. Iba deambulando por la calle (porque no sabía qué visitar) cuando me tope con un puesto de prensa internacional, y ¿qué es lo primero que veo? El Marca, con el Kun Agüero en portada. Eso tenia que ser una señal, porque yo sólo compro la prensa deportiva en grandes eventos como cuando la seleccion española de baloncesto ganó el oro de Pekín. Imagínate, estas en el extranjero y de repente te topas con un puesto de prensa y justo tienen el Marca. Estaba decidiendo a ver que hacia, cuando me gire y vi un puesto de gofres, pero no de los gofres estos que venden en la feria, no, gofres con trocitos de fresas naturales y chocolate fundido por encima. Total, si las veces que he comprado prensa deportiva ha sido llevada por el extasis de la victoria (ggg), y realmente no la leo, solo cojo la portada y la pincho en el corcho de mi cuarto. Y ademas este año no tengo ni corcho en el cuarto. Total que el precio del Marca lo inverti en el Waffle (gofre). Y estoy convencida que mi abuelo hubiese hecho lo mismo J

Tulipanes, sed buenos.

Aupa Atleti y los Waffles ;)

PD: Sé que me he saltado el orden natural en el que estoy escribiendo el blog, pero es que si no la noticia del Atleti se desactualiza. Por cierto que este finde hemos empatado el Bernabeu ;) Ah y ya os contaré más adelante que hacía yo en Bruselas.

Mi primer bus. Strippenkaard.

Cuando la gente se compra una bici al segundo día de estar en Holanda, un país donde hay más bicis que personas, y tú en tu sexto sigues sin ella, capta la señal del cielo, ¡coge el autobús!

Harta de pasearme con “la fresca” o de tener el corazón en un puño montando al estilo amazona, decidí obedecer a la señal: intentar ir en bus.

Cuando has vivido durante 24 años en un país, no siempre entiendes a la primera las diferencias con otros. Podemos decir que estas hecho al protocolo básico de tu país el cual no tiene porqué funcionar exactamente en otros sitios. Por ejemplo en lo que a autobuses se refiere estoy especialmente familiarizada con el protocolo madrileño. En Madrid cuando quieres coger un bus la practica habitual es sentarte en la marquesina hasta que pase, teniendo la precaución de mirar de vez en cuando por el rabillo del ojo a ver si viene porque si no le haces una señal al señor autobusero este pasa de largo (casi todos los que somos de “provincias” nos ha pasado al menos una vez estar esperando al autobús y que este pase sin parar delante de nuestras narices y dejándonos con cara de tontos. Ahora esto sólo nos pasa una vez).

Cuando pregunté en la oficina cuál era el autobús que tenía que coger para venirme, no sólo me dijeron cual era su número sino también me imprimieron una lista con el horario completo, es decir, a que hora exacta pasa cada autobús por la parada. Debí de poner cara de sorpresa, porque me dijeron “¿En España no es así?”, y yo, por no meter la pata respondí: “No, que yo sepa” (La coletilla es clave para que quedemos bien).

Podemos decir que esto fue una sorpresa grata. Luego vino la no tan grata: ¡sorpresa!, sólo hay autobuses para ir a mi oficina (la cual esta al lado de la universidad) de 7 a.m. a 10 a.m., luego se corta el servicio de autobuses hasta las 3 p.m (habiendo de 3 a 7), con lo cual si necesitas ir al centro aprovechando por ejemplo la media hora de la comida no tienes autobús. De todas formas, ¿en las horas críticas no habrá problemas? Tururú. De 7 a 8 hay dos buses, y de 8 a 9 (hora crítica por los universitarios) hay tres. De todas formas a pesar de las dificultades que veía, el jueves iba decidida a irme en bus (por explorar algo nuevo en Holanda). Como todavía no estaba familiarizada con la idea de ver a que hora pasa el bus me puse en la parada a esperar que pasase el bus (vaya frasquete, comprendí al momento el porqué de las horas exactas).

El hecho de coger el autobús me ha aportado mucho conocimiento sobre Holanda, como por ejemplo que los clichés del país no se aplican a los adolescentes (porque ya se sabe que están en una edad muy difícil). Una de las primeras cosas que te aconsejan como español recién llegado a Holanda es que no te cueles nunca jamás porque les sienta muy mal. Con lo cual para coger el autobús yo me esperaba una perfecta y ordenada cola. Tururú tururú. Aquí los estudiantes siguen la técnica de “marica el último”, con lo cual nada de orden (eso sí, sin empujar). Afortunadamente estáis ante una curtida experta en coger transporte público en situaciones críticas como para ir a la feria en Cáceres o volver del “Desafío Bacardi” o del “RockinRio”. Así que conseguí montarme y con asiento J

¿Cuál es mi evaluación entonces del bus? Umm, pues como alternativa a pasear está bien, es rápido y cómodo, pero por no tener que estar todos los días: ¿entraré o no entraré? (he ahí la cuestión) y sabiendo que el siguiente autobús no viene hasta mínimo 20 minutos más tarde… me parece que la opción bici sigue encima de la mesa.

Sed buenos, tulipanes,
Mila.

Descubriendo Holanda:

-Gallifante para los holandeses por ser majetes, y darte ayuda completa cuando se lo pides. Por lo que he oído y visto, suele ir de serie en el país.
-Pierden un gallifante por no seguir una cola para coger el bus (atrévete en Madrid a colarte cogiendo el 115)
-Recuperan un gallifante al no haber empujones para coger el bus.
-¿Respetan los horarios los holandeses? Siiiiiii, hasta un punto enfermizo. Si el autobús (y lo mismo ocurre para el tren) tiene programada una salida a las 8:03, el autobús arranca en el momento exacto en el segundero está en el doce, el minutero en 3 y la aguja horaria en el 8. Con ello os podéis imaginar la enorme cantidad de veces que me he quedado en tierra en el mes que llevo aquí. Y si por alguna causa el tren o el bus traen un retraso de 5 minutos (por poner un ejemplo) las críticas y protestas de los usuarios no se hacen esperar.
-La strippenkaard. Aparte de las particularidades para subirse al autobús, también existe unas para pagar el billete. En el caso del bus, al propio conductor puedes comprarle un billete. Ese billete varía en función de tu destino. Las veces que yo lo he comprado estaba compuesto por dos casillas, una primera que dejan vacía y una segunda en la que te sellan una hora (que es el límite de validez del billete). Como en todos los países, existe una posibilidad de comprar varios viajes de golpe y te sale más barato. En este caso ese billete tiene un nombre concreto strippenkaard. La strippenkaard es una tarjeta de cartón fino, enorme, con 21 o 42 casillas. Cuando coges el bus tienes que poner un sello en la tarjeta. Este sello no puede ir en cualquier sitio. A partir de la última marca puesta, tienes que contar las zonas por las que te vas a mover más una. Esto es un poco lió, pero la idea es que si me voy a mover entre dos puntos de la zona 1 tengo que saltarme una casilla y sellar en la segunda (contando a partir del último sello), pero si por el contrario, voy a la zona 2 el sello irá en la tercera. Para poder poner el sello donde corresponde tienes que doblar la tarjeta, con lo cual tras dos uso, la pobre da hasta pena. Sin embargo la strippenkaard tiene una cosa muy buena y es que vale para todo el país, no como en España que un billete de autobús de Madrid sólo vale allí. (Todo este rollo os lo he contado con vista a los que hagáis turismo por holanda próximamente :))

Mi primera birrita holandesa ;)

¡Tranquilidad tulipanes, qué no cunda el pánico! La cerveza, como la entendemos en España, sigue sin gustarme: ¡puaff! porque tomar algo amargo, existiendo otros sabores como el dulce o el salado. Nunca comprenderé porque se sigue bebiendo algo sobre lo que todo el mundo dice: “La cerveza al principio a nadie le gusta, es acostumbrarte”. Pero, ¿por qué pasar esa etapa de caras de asco hasta que te acostumbras? Bueno, yo con este blog no quiero enemistarme con vosotros, y precisamente este post es un acercamiento por mi parte a los consumidores de cerveza :p

Os sigo contando cosa del miércoles de mi primera semana en Delft. Estamos en ese día largo que empezaba con una ducha de agua fría, un paseo largo entre canales congelaos y piques con las bicis, y un nuevo intento frustrado de compra de bici. La verdad es que lo que menos me apetecía ese día era seguir con la rutina de después de trabajar otra vez a casa a maldecir en arameo por no tener Internet, así que decidí llamar a Guus.

Guus es uno de los holandeses que conocí el año pasado cuando estuve en el curso de una semana en París de la Francia. En estos cursos íbamos gente de la UPM, de las escuelas de ingenierías de París, de KU Leuven y de TU Delft, entre otras universidades. (Esta fue la primera vez que yo oí hablar de Delft). En este curso aproveché para juntarme con gente no-española, no por antipatía a la patria, sino porque suelo tener más difícil el conocer a gente de otros países y poder hablar en inglés. El caso es que conocí a varias personas que estudiaban en Delft, y antes de venirme para aca contacté con ellos y descubrí que Guus seguía aquí.

Guus me había contado que Delft tenía muy buenas cervecerías (empezábamos bien), así que quedamos para ir a una de las más famosas: el Locus Populus (nunca sé si digo bien el nombre, pero tranquilos que cuando vengáis a verme se llegar). Este bar, como la mayoría de las cervecerías de aquí, está completamente hecho de madera, con un montón de anuncios de cerveza en muchos colores y pizarras con precios.

Estos bares llevan de serie un libro gordo, enorme, con todos los tipos de cerveza que tiene; y saber pedir aquí una cerveza es una tarea complicadísima (creo que esto lo enseñan en una asignatura de libre de la universidad :p). Como no tengas claro que marca quieres te empiezan a bombardear con una retahíla de preguntas: ¿la quieres dulce, amarga, intermedia?, ¿de alguna zona concreta?, ¿con cuántos grados?,…Yo lo tenía claro, quería una cerveza de esas que no saben a cerveza; y lo mejor de todo es que existen. Se llama kriek, y es una palabra en holandés antiguo que significa cereza (habéis visto que calidad que ya sé hasta holandés antiguo). Este tipo de cerveza es típico belga y lo consideran una cerveza de chicas (más bien digo yo que será de chicas que no le guste la cerveza). Después además hay muchas marcas que hacen kriek, y unas saben más a cerveza (puaff) y otras menos (umm).

Así que nada tulipanes cuando vengáis por aquí os llevo a tomar un kriek, aunque bueno vosotros tomaos lo que querías (pero yo me tomo un kriek)

Sed buenos,
Mila

Descubriendo Holanda:

Los milagros del sirope:

En este apartado quiero transmitiros dos ideas:

1-. En este país también hay cosas ricas.
2-. Los holandeses tienen fama de tacaños.

Y vosotros me diréis ¿qué relación hay entre lo uno y lo otro? Y yo os responderé: ¡el sirope!

Cuando estuve en la cena en casa de Maelle y Severine, una de las cosas que tenían para beber era sirope de casis (casis son arándanos), y resultó que contra todo pronóstico está rico. El proceso para tomarlo es curioso: echas en un vaso un dedo de sirope y el resto agua. Una vez que te vuelves un experto en siropes, puedes elegir si quieres dedo y medio de sirope o sólo un cuarto.

Después de la cena, la siguiente vez que fui al supermercado trate de comprármelo, pero cometí el error de comprar en vez de sirope de arándanos zumo de arándanos, el cual está amargo (y ya habéis leído antes lo poco fan que soy yo de la amargura), y por cierto no hay que rebajarlo con agua. Así que la siguiente vez no fallé y compré el correcto.

Y ahora diréis vosotros: ¡sigo sin ver la relación entre las dos ideas! Pues es muy sencillo, la botella de sirope la compré a principios de febrero y ahora, a principios de marzo sigue medio llena (y no ese que yo sea una optimista nata), es que es un producto superrentable, una inversión a largo plazo; y de precio como un producto sin concentrar. ¿Veis el negocio?

Por cierto, “milagrosamente”, la botella de zumo de arándanos sigue también en el frigorífico sin mermar. ¿Alguien la quiere?

Mila intenta comprar una bici (capítulo 2).

Vale, vale tulipanes, ya lo he entendio, necesito una bici, y más después de lo que había pasado el miercoles por la mañana (me había perdio, había perdido a las carreras a pie contra las bicis) y yo se coger una indirecta cuando me la lanzan. Asi que el miercoles por por la tarde mi compi Barratha me acompaño a comprar una.

Umm, ¡qué nervios!, una bici. El principal problema que se me planteaba al comprar una bici era el tener que usarlaJ. Comprar en ese momento una bici era una nueva preocupación porque, por ejemplo, no tenia claro donde estaba la tienda, y por extension era una zona no-evaluada por mí (no sabía cuantas bicis habría por la zona, si estaría llena de pilotos de bicis suidadas, si habría bordillos asesinos,...). Y qué decir del dia siguiente, ir al trabajo en bici, con todos la gente que iba por mi zona en bicicleta, ¿¿y si le hacen a mi rueda el afialador (como dice Perico Delgado)??Sin embargo una parte grande de mí me recordaba el paseo de por la mañana, el perderme, el madrugar,...buff, es cierto, ¡¡necesito una bici!!

En estos pensamientos estaba yo sumida cuando por fin llegamos a la tienda, y sorpresa, sorpresa: ¡¡estaba cerrada!!

Descubriendo España:

Si tulipanes habeis leido bien, hoy voy hablar sobre España, porque tengo un testimonio manchego que me asegura haber visto en La Mancha una bici con alforjas y segundo sillín. Además me promete facilitarme una prueba grafica. No puedo hacer otra cosa más que rectificar...aunque me gustaria saber donde fue comprada esa bici: quién sabe si los yonkis holandeses (o mejor dicho, los holandeses yonkis, no me malinterpreteis, lo que quiero evitar que penseis que ataco a todos los habitantes del pais) han llegado con su negocio ilegal de robo-y-venta de bicicletas hasta un lugar de la Mancha cuyo nombre, por supuesto, no quiero revelar: p.