lunes, 6 de julio de 2009

1984

“Año 1984: Oceanía es regido por el Gran Hermano y sus habitantes, miembros del Partido Exterior, reciben noticias de una guerra a través de grandes pantallas que también muestran las confesiones de los disidentes arrepentidos. Uno de tales ciudadanos es Winston Smith, número 6079, que trabaja en la Sección de Archivos del Ministerio de la Verdad, reciclando viejas noticias y haciéndolas pasar por nuevas”.

Estimado señor Orwell, ¡casí! Me temo que ha patinado un poco con los años y las ubicaciones porque Gran Hermano no se creó hasta 1997 y no vió la luz hasta 1999 (empezando en Holanda, ¿dónde sino?) y además el término disidente está (ahora y en 1984) más asociado con una isla caribeña que con Oceanía. En cuanto al reciclaje de noticias no me atrevo a decir nada que lo veo tema muy conflictivo para mojarme.

Se preguntará usted entonces como fue el año 84, pues no se preocupe que ahora mismo se lo explico.

Ya que le gusta la perspectiva futurista le comento que 1984 comenzó con la aparición del Macintosh 128K (con la friolera de 128K de memoria RAM y 64K de ROM, impresionante, ¿verdad?). Se trataba del primer ordenador personal comercializado con ratón e interfaz grafica de usuario. En el anuncio de dicha máquina Ridley Scott culpa abiertamente a los señores de Apple de que no se cumpla su profecía. Yo simplemente lo comento por si el apetece establecer acciones legales contra ellos (yo me animaría ya que les puede sacar un buen pellizco, o al menos un Iphone gratis).

http://www.youtube.com/watch?v=OYecfV3ubP8&hl=es (me temo que no me deja añadir enlaces)

Deliberadamente voy a saltarme las malas noticias de ese año (que para eso ya están los periódicos), y nos vamos a centrar en las buenas o al menos, inocuas. Decir entonces que en 1984 Richard Stallman desarrolla GNU (esto es para frikillos), que “Asturias, patria querida” es declarada himno oficial del Principado de Asturias (¡vaya!, esto también es para frikillos), que los reyes de España realizan la primera visita oficial a Castilla y León (noticia fundamental) o que Suecia gana Eurovisión con la canción “Diggiloo diggiley” quedando España tercera (esto no es solo una frikada sino también una deshonra para nosotros perder ante “Diggiloo diggiley”).

En el año 84 a las grandes pantallas no llegaban las confesiones de los disidentes sino películas tan famosas como Cazafantasmas, Karate Kid, Gremlins, Terminador, Indiana Jones y el templo maldito, y como no, 1984 (la película basada en su libro. Desde luego el productor hiló fino). Tampoco la gente llevaba monos azules, quitando los mecánicos, sino chaquetas con hombreras y cardados, mientras escuchaban al otro lado del charco Born in the USA, Like a virgin o Purple Rain, y este lado nos centrábamos en Miguelito Bosé entonando su Amante Bandido o Mecano con la rebuscada rima de Hawai-Bombay (“Hawai-Bombay son de lo que no hay” “Pachín, pachín toco una de Machín”. En fin). En cuanto a la pequeña pantalla, en los Estados Unidos se estrenaba el Show de Bill Cosbey o Miami Vice, mientras que los niños españoles disfrutaban por primera vez de La vuelta al mundo de Willy Fog o La Bola de Cristal (y ya empezaban a saberse de memoria Verano Azul o Barrio Sesamo).

Pegados a la televisión, pasando calor y dándose un buen madrugón (o quedándose levantados hasta las tantas), muchos españoles vieron a Corbalán, Epi y compañía ganar una merecidísima medalla de plata en las Olimpiadas de Los Angeles. En el año 84 tampoco se ganó el Europeo de fútbol, sin embargo nacieron varios de los jugadores (Torres, Iñiesta, Cazorla) que participarán en el Europeo del 2008 (¡El cuál al fin ganamos! Que no pusiese esto en su libro, señor Orwell, no se lo reprocho porque era impensable incluso para nosotros pensar en pasar de cuartos).

Y hablando de nacimientos, ¿quién más nació año 84? Pues en el 84 dieron su primer berrido Avril Lavigne, Natalia Lafourcade, Duffy o Katy Perry,…, la primera patadita de Gascon Lopez o Robinho. Además, intencionadamente, no quiero mencionar lo que hizo por primera vez el príncipe Harry. Para terminar la lista de ilustres del 84 añado a Scarlett Johansson, LeBron James o la primera niña probeta española.

La primera niña probeta española nació el 12 de julio de 1984, y ¿quíén le hizo la jugada de la cabra y se le adelantó en un día? ¡¡¡Yo!!! Y es que sí señores, este sábado celebramos 25 años con Little Mila. Y qué mejor manera de celebrar el cuarto de siglo de vuestra reportera más dicharachera enviada en Holanda, que con su regreso al mundo de los blogeros desde su emplazamiento clave en Delft. Espero que las fiestas a nivel internacional no se hagan esperar.

Mientras planeáis, queridos tulipanes, que vais a organizar, yo me retiro a mis aposentos (que eso ha sido mucho esfuerzo para mí) pero os dejo una canción del año 84 y que cuadra muy bien con el hecho de cumplir años: Forever Young.

http://www.youtube.com/watch?v=n7CuJ8cR9sg

PD: Podéis agradecerme que os haya puesto esta canción en lugar de la copla “El día que nací yo”
PD2: Felicito desde aquí Falero (lector asiduo :p) que se adelantó en un día (y algún añito) a la chica que se adelantó en un día a la primera niña probeta española.

lunes, 27 de abril de 2009

I'm back (Capítulo 1º)

Tulipanes, Little Mila está de vuelta y viene cargada de nuevas aventuras. Solo deciros a aquellos que pensabais que ya no iban a pasarme más cosas graciosas que me conocéis bien ni a mí ni a mi puntería. Para aquellos que estéis levantando una ceja ahora mismo añadir que primero, os odio porque yo no soy capaz de hacerlo y segundo, vamos a por mi primera aventura de la vuelta de Semana Santa: ¡la operación retorno!
Después de una Semana Santa bastante entretenida con visitas, procesiones, sacar tiempo para ver a unos, a otros, y lo más importante ¡¡comiendo todo lo que no puedo comer en Holanda!! (potaje, arroz patatas y bacalao, torrijas, coquillos, jamón ibérico,… hay fotos que lo atestiguan, hechas para enseñarles a los guiris porque en España somos más sonrientes y más felices, pero yo ahora mismo procuro no verlas), bueno, pues después de todo esto, tocaba vuelta a Holanda. (Comprendéis ahora porque me he pasado unos días “homesick”, ¿verdad?). Y la vuelta en sí no solo da muchísima pereza porque implica despedidas (que personalmente no me gustan) sino porque engloba también un bonito viaje de unas 9 horas (Cáceres-Barajas 3 horas, 2 horas de espera en Barajas, 2 horas y media de vuelo, media hora hasta que recoges la maleta y una hora en tren hasta Delft) ¡Sin comentarios!
Creo, tulipanes, que todavía no os he contado el porqué del nombre del blog, pero tranquilidad que este no va ser el momento en que lo haga (que tengo aún muchas otras batallitas pendientes). Sin embargo, os aclararé que se me ocurrió entre otras cosas cuando me enteré de que justo el día que iba a París había ¡de nuevo! huelga de transporte (no se si sabéis que el año pasado fui a un curso a París de 9 días y 6 de ellos hubo huelga de transporte. Es una experiencia muy francesa que hay que vivir al menos una vez en la vida, pero ya siete veces creo que es pasarse) o cuando casi que pierdo el tren que me llevaba de París a Delft porque el hecho de ser española y tener dos apellidos hacía que el sistema fallase (ole ahí los programadores buenos. Que me dices que soy rusa y que mi nombre se escribe con el alfabeto cirílico y lo entiendo, pero que soy del país vecino..., ya sabeis...¡los de las fresas!). Asi que esos días desarrollé una especie de fobia a perder medios de transporte o tener que cogerlos sufriendo en el último minuto y que esta operación retorno solo ha conseguido acrecentar.
Mi vuelo para Ámsterdam salía a las 15:50 de la T4 y era de la compañía Iberia (“Tu primera compañía”, ¡ja! y la última). Llegamos a Barajas un pelín justos de tiempo para lo que yo tenía pensado, a eso de las 14:10, pero por experiencias anteriores, y sobre todo basándome en mi ultima salida de la T4 con Vueling, ibamos sobrados (ya,ya…).
Yo no sé "de qué seréis vosotros", pero yo soy de “low cost” y partidaría de para qué pagar un vuelo de 200 euros en el que con suerte me den un sándwich de pavo, si puedo pagar 40 y comerme de seguro mi bocata de “aceitunada” (los telecos me entienden). El caso es que era la primera vez que volaba con Iberia saliendo de la T4 y no sabía en el infierno en el que me estaba metiendo… Según nos acercamos a los mostradores de facturación vemos una cola enoooooooorme al estilo serpiente comprimida (igual que las de Port Aventura, en las que te haces amigo de la gente de la cola porque te de tanto que te cruzas con ellos hasta les terminas saludando). Mi primera reacción fue “glup, glup” y me puse a hacer cola. Cuando llevo unos diez minutos, me da por fijarme en los carteles y veo que pone “sólo pasajeros con tarjeta de embarque”. Respiro hondo, y decido cambiarme de cola yendome al siguiente pasillo donde hay otros mostradores de Iberia con su correspondiente serpiente comprimida pero estos sí que son para la gente que no tiene tarjeta de embarque. El cambio no solo lo hice yo sino también mis nuevos amigos, aquellos que estaban delante y detrás de mi en la cola inicial (ya os he dicho que estas esperas fomentan las relaciones de amistad). Mis nuevos amigos deciden investigar y descubren preguntando a un trabajdor de Iberia la cola en la que nos encontramos ahora es solo para ir a Nueva York (“Pero oiga, que en la pantallita pone que estos mostradores también valen para el vuelo a Ámsterdam”, “No, no, eso es para Nueva York le digo”). Sensación en ese instante: cri-cri. Tras eso se acercan a preguntar a una señorita de Iberia que les cuenta que tenemos que ir a unas máquinas, sacar en ellas la tarjeta de embarque y luego volver a la cola para dejar la maleta. "¿Pero las máquinas no son para el autocheck-in, cuando no llevas maletas?" "No, no, vaya a las máquinas". Aquí a mi ya me temblaban las piernas.
¡Y hasta aquí puedo leer! Que mira que horas son y mañana toca trabajar. Así que nos quedamos con nuestra heroína con un ataque de nervios en la T4, sin billete, con maleta (no precisamente de las pequeñas), con las colas tipo "serpiente comprimida". ¿Llegará Little Mila a su destino?¿Tendrá que comprar otro billete?¿Extenderá sus vacaciones algún día más?¿Se acabarán sus problemas una vez que han preguntado a la señorita de Iberia?
Todo esto y mucho más en el próximo capitulo de “Las Aventuras de Little Mila”

PD: Familiares y amigos, no os enfadéis porque haya puesto que lo más importante de Semana Santa fue coger reservas. Entended que este es un país donde la gente come un sándwich absolutamente todos los días. ¡¡Que vino un día un jefazo de la empresa y la comida fueron sándwiches en pan especial!!

martes, 7 de abril de 2009

¡¡Ya tengo bici!!

Sí, tulipanes, no me puedo ir de vacaciones de Semana Santa si contaros la noticia más esperada de este blog (que para variar va un poco atrasada en el tiempo): ¡¡¡Mila tiene bici!!! ¡¡Aleluya, aleluya!! (Sed conscientes que contándoos esto me salto otras apasionantes historias que no desvelaré para que me sigáis leyendo:p)

Para que os situéis en el tiempo, nos encontramos en mi segunda semana en los Países Bajos (ya la memoria empieza a fallarme y no se si estamos a lunes o martes, pero vamos que no es muy relevante). Hasta la fecha llevaba tres intentos fallidos de compra de bici: dos que ya os he contado, cuando mi otra compañera se la compró y el hombrito de la tienda se rió todo lo que quiso de mi (pobre yo), otra cuando llegué a la tienda y estaba cerrada (pobre yo, bis); y una tercera cuando me acerqué a La Haya a ver a un compañero de Teleco al que le conté mis penas con las bici y me llevó a un sitio donde un yonki vendía bicis por 20 euros (robadas de Bélgica para no tener problemas aquí, ya me quedaba más tranquila), sin embargo el Sr Yonki resulta que tenía cerrado por descanso dominical (pobre yo, bis bis)

Cuando ya te falla el puesto de los yonkis, estas en el punto en el empiezas a darlo todo por perdido, y te ves como la caminante eterna en el país de las bicis. Y fue en ese momento cuando me llamaron a mi jefe unos compañeros de la planta baja y le dicen: “a ver si puede bajar Mila” (como cuando tus vecinos llaman al portero automático de casa para que te bajes a la calle a jugar). Y chan-chan-chan, allí estaba ella, ¡¡MI BICI!! Hasta los más optimistas del planeta no contaban con que consiguiese una bici. Claro, ¿cuándo iba a conseguirla?, si esto es la pescadilla que se muerde la cola: las tiendas de bicis solo están abiertas cuando estas currando y para llegar a ellas a tiempo una necesita una bici, ¡¡pero era justo lo que quería comprar en la tienda!! Y además yo no sabía donde estaban las tiendas, y no tenía Internet en casa para buscarla, y de hecho no sabía ni como se decía bici en holandés, y, y, y… Pues bien, a partir de ese momento ya todos estos y, y, y pasaban a formar parte del pasado (a la pila de problemas que ya no lo son nunca másJ) Hasta que uno de mis compañeros me dijo “Bueno, pruebala”, y entonces en la pila de problemas surgió mágicamente una nueva entradaL. Estaba pensando contaros que me preocupaba más irme a casa con la bici que dar la vueltecilla de pruebas, pero decir eso sería mentiros, porque después de la experiencia con mi amigo el que esperaba de mi piruetas y no conseguí ni empezar a pedalear, ya solo cogerla me parecía un imposible (además esta ya era mía, mía, así que si no me gustaba o me la comía con patatas o me iba al puesto del yonki y me dedicaba a la reventa).

Con tanta expectación y con la bici ya comprada no podía posponer más la prueba, así que allí me lancé (traté de cerrar la boca fuerte, con los labios a modo de protección de los dientes, que no me pasé dos años con aparato por puro ocio), y allá fui. Desde luego se me veía con poca soltura (no puedo negarlo), pero no fue tan caótico como esperaba. Con esta bici, una en condiciones (con sus frenos en el manillar, con las puntas de los pies tocando el suelo desde el asiento), el “empezar a pedalear” era otra historia. Primera prueba superada, uffffffff.

Además el mismo compañero que me dio el disgusto con el “pruébala”, me dio la alegría al momento siguiente diciéndome “uy la luz no funciona, tengo que revisarla”. Al segundo estaba yo respondiendo “Ah pues entonces hoy la dejo aquí en la oficina y ya mañana me la llevo, porque no quiero que el primer día con la bici me multen” (Sacando a colación el tema multa ningún holandés podría rechistar ni acusarme de miedica, que el dinero es sagrado). Solo a la gente española cuando les contaba que ya tenía bici, pero que no la había cogido para evitar una multa clara, me respondían con guasa “Si, si, multa; anda que no te ha venido bien que no funcione la luz”. Al tercer comentario jocoso, mi orgullo ya había visto suficientemente herido (porque una cosa es que yo me critique, pero ahora, que la crítica venga de fuera), para prometerme a mi misma que al día siguiente Mila se volvía en bici de la oficina lloviese o nevase.

¡¡Nos vemos a la vuelta tulipanes!! Sed buenos y descansad.

PD: A ver si aprendo a subir fotos y os subo una foto de mi bici (y así os ahorro una descripción eterna).

Uyuyuyuyuy

Uyuyuyuyuy tulipanes, en breves instantes el post más esperado del momento.........
Mila y las bicis..........En unos momentos.........No cambies cambies de página.........Uyuyuyuyuy.........

martes, 31 de marzo de 2009

La tienda de productos españoles

Ay tulipanes como entiendo a “la Piquer”. Y cuando digo a la Piquer no me refiero a mi tía (;)), sino a Doña Concha Piquer, la cantante de copla. Síííííííííííí, habéis leído bien, he puesto copla, ¡qué pasa! mucha gente ha tenido una infancia difícil y en la mía algún que otro casete de copla ha amenizado los viajes familiares de verano.

Para aquellos que no hayáis tenido contacto directo con la España de “Ojos verdes”, “El tatuaje” (Esta es la “Él vino en barco, de nombre extranjero...”) o “La Zarzamora” voy a haceros una sección especial, porque no podéis seguir conociendo Holanda (y sus aspectos más cri-cri para algunas personas) sin conocer España (y sus aspectos más cri-cri para otras). Además que los del Trivial cada vez hacen preguntas más enrevesadas:

Conociendo la España Cañi.

Una de las coplas que cantaba Doña Concha Piquer es “Suspiros de España”. La copla va de una emigrante en Estados Unidos durante el periodo de la “ley seca”. La buena mujer no se le ocurre otra cosa más que en Nochebuena organizar una “Spanish Diner”, y ¿qué es una Spanish Diner sin vino…? Pero como ya he dicho estaba en vigor la ley seca por la cual se prohíba la venta alcohol. Sólo, como explica la canción, para la gente enferma podía comprarse vino en farmacias previa receta médica. Así que la pobre mujer no le quedó otra que pagar un pastizal para hacerse con una receta falsa y poder conseguir "vino español, vino español". (parafraseando la copla)

Os podéis imaginar como terminó esa cena, con gente que estaba fuera de casa (justo en navidad) que llevaban sin beber desde hace ni se sabe, con un graciosote que le dá por poner en el gramófono otra canción que se llama “Suspiros de España” (amigo lector, no pienses que la canción se convirtió en un bucle recursivo infinito (:p) en la que la propia canción se puede oir desde el gramófono, y a su vez, en la canción grabada que esta sonando en el gramófono se puede oir vuelve a empezar de nuevo desde un vinilo…("la parte contratante") y así sucesivamente. No tulipán, la canción que escuchan en el gramófono es un pasodoble “Suspiros de España”, distinto a la copla “Suspiros de España”…Si es que tengo que explicártelo todo :p). Pues en efecto, como bien os habeis figurado, acabaron todos llorando. Ahora, tenéis que oír lo que decía la anfitriona después de la cena, la definía como “la mejor cena que soñar pudo un español”:-s.

Fin de conociendo la España Cañi.

Tulipanes tengo que decir en favor de la canción que estando en España no la entiendes. No entiendes el concepto Spanish Diner con el vino (o la sangría) imprescindible, no entiendes la ilusión que te hace cuando vas al super y lees la etiquetita de Spaans (Español) en un producto (aunque sea una cebolla) o cuando vas por la calle y oyes a alguien hablando en español y te debates en tu fuero interno entre acercarte y decirle “¡hola!,soy española” o callarte por la alta probabilidad de que cualquier español irónico que no esté solo piense “mira esta pobre que no tiene amigos”. Y que decir de la ilusión que hace cuando vas a un quiosco de La Haya y lo primero que ves es que venden el “10 minutos” edición española con Raquel Mosquera en portada.

Pero no os sintáis mal tulipanes, porque yo hasta hace poco no lo entendía. Y no lo entendí hasta mi segundo sábado en Delft, cuando dando una vuelta de reconocimiento me encontré ¡una tienda de productos españoles!¡Con la banderita de España!¡Con el letrerito en español!¡Con mandiles de lunares! (Los que todos tenemos en casa) ¡Con latas de cocidito madrileño!¡¡Con turrón El Almendro!! (no podía ser otro que el de “vuelve a casa, vuelve”) ) ¡Con Colacao!! Cegada por la emoción y por la morriña, entré dispuesta a hacer acopio de de todo lo que echaba en falta en el supermercado. ¡¡¡Había lentejas y orégano!!! Lo tuve claro, esta tienda se convertiría en mi nuevo sitio de culto. Supercontenta cogí el orégano y las lentejas (un paquete pequeñito que ya no iba a pasar por casa hasta la noche. Con el Colacao ya cargaría en otro momento pero estaba tranquila porque ya lo tenía fichado). Y más feliz que un regaliz me fui al mostrador a evaluar la procedencia de mi nueva amiga (la cajera de la tienda de los productos españoles), ¿sería extremeña? Pero aquella mujer tenía lo mismo de spaans que yo de holandesa (por cierto, sigo sin trencitas rubias). Y lo que se iba a convertir en mi nuevo sitio de culto, se convirtió en mi nuevo sitio de sablazos. Tres euracos y medio por un botecito de orégano (eso sí, Doña Carmencita, pero vamos que a mi me hubiese valido con Carmen a secas) y un paquete pequeño de lentejas. Y fue justo en ese momento, en ese preciso momento, en el mostrador de la tienda de productos españoles, me di cuenta de que acababa de entender perfectamente la canción “Suspiros de España” (o al menos hasta la primera parte, sin incluir el gramófono).

Tulipanes, sed buenos.
Mila

lunes, 16 de marzo de 2009

A mi abuelo Fidel

En la estancia fuera de casa no siempre hay momentos fáciles, y hoy es uno de esos momentos porque ayer falleció mi abuelo Fidel. Quizá os preguntéis porque escribo sobre ello, y la respuesta es sencilla, es que esta es mi manera de hacerle un pequeño homenaje desde tan lejos.

Desde luego cuando alguien muere puedes actuar de dos formas: lamentando las cosas que no has hecho con esa persona o bien recordando los momentos que de una u otra forma te hacen sonreír. Os podéis imaginar que opción prefiero elegir.

De cuando era muy, muy pequeña la imagen que tengo de mi abuelo es de una persona callada y extremadamente mañosa, virtud que desgraciadamente yo no he heredado. Realmente lo recuerdo arreglando cualquier cosa, y de hecho se me quedó grabada la vez que hubo algo que no supo solucionar (también ayuda a mi memoria el hecho de que justo ese objeto fue un juguete mío, el torno del “alfanova” que me habían traído los reyes).

No sé si os he contado alguna vez que en mi familia somos muy de asociar actividades a personas, como por ejemplo el encargado de llevarme a ver las marionetas a la plaza (Peneque, Peneque ¿dónde te metes?) ha sido siempre mi tío Vale o el del día de la bicicleta mi tío Carlos (Yo el día de la bicicleta como bien podéis deducir iba de mera espectadora). En este reparto (que no sé como se organizó) a mi abuelo Fidel le tocaron las cucañas. Realmente no tengo ni idea de si el termino cucaña es acuñado por mi abuelo, si es típico extremeño o es de ámbito nacional, así que por si acaso lo explico (y esto va especialmente dedicado a los capitalillas de MadridJ). La cucaña consiste en poste de madera que se unta de cualquier sustancia resbaladiza (normalmente jabón) y se coloca perpendicular al suelo. En el extremo más alto de la cucaña se pone un jamón, y la diversión consiste en ver como la gente escala y resbala por el poste mientras intenta alcanzar el jamón. Otro de los juegos que se realizaban consistía en poner barreños con monedas y harina en los que con la boca tenía que encontrar las monedas. La verdad es que haber ido a las cucañas forma parte de mi conjunto de recuerdos más antiguos, con lo cual no sé deciros si entonces ya por entonces tenía yo formado mi nivel de escrupulosidad actual o era por orden explicita de mi abuela (otra gran escrupulosa), el caso es que la participación de mi abuelo y mía en tales eventos era simplemente como publico.

Cuando yo ya era un poco más mayor (ahora nos movemos entorno a mis 11 años y ya mi abuelo venía a comer a casa) recuerdo el intento fallido de enseñarme a jugar con la peonza. La verdad es que yo siempre he sido bastante enreda y siempre que querido estar a la moda del cole: que se llevaba el diabolo, yo me compraba un diabolo para jugar, que se ponían de moda hacer pulseras, yo hacía pulseras,... Con la peonza pasó lo mismo, un buen día paso a ser lo más “in” del patio. Empecé comprándome una y luego me busqué a alguien me pudiese enseñar. Me sonaba que alguien había contado que mi abuelo jugaba de chico a la peonza, así que lo enganché para que me diese clases. El tema peonza no fue nada bien, primero porque mi abuelo se dedicó a hacerme de rabiar insistiendo en que el término correcto era trompo y no peonza (como podéis comprobar yo también soy muy cabezona y sigo sin dar mi brazo a torcer), y después porque ninguno de los dos éramos famosos por nuestra paciencia, con lo cual mis conocimientos actuales sobre la peonza se limitan al ámbito puramente teórico (¿Sabéis que las peonzas pueden ser de dos tipos en función de la parte metálica? Pueden ser de punta de garbanzo o de pico de cigüeña. Hay queda eso).

Sin embargo al menos hubo una cosa con la que superamos con creces las dos sesiones: jugando a la escoba. Durante muchísimo tiempo después de comer nos echábamos una partida a las cartas. No es que existan muchos juegos de cartas para dos jugadores así que nos centramos en la escoba. Como buen integrante de la familia Jiménez, mi abuelo participaba de la actividad típica de la familia: hacerme de rabiar. Y si mis tíos se habían especializado en simular el robo de mis muñecos o llamarme usando nombres extraños, mi abuelo se centró en mosquearme mediante las cartas. Así que por ejemplo cada vez que se llevaba un oro repetía: “Cojo este orito que me va a venir muy bien” (a lo mejor una vez te da igual, pero oír esta expresión vente veces a la semana te termina sacando de quicio, y más si no te gusta perder) o cuando estábamos en la ultima manga siempre me decía: “No tapes tanto la carta, que para un cuatro que tienes…” (Ahhh, con esto especialmente me indignaba, y más porque nunca quiso contarme como lo hacía, se guardaba el truco para él)

Creo que puedo decir que a mis dos abuelos, Domingo y Fidel los tengo asociados a los cacahuetes. Al primero porque a escondidas le robaba los panchitos que él a su vez compraba, sin que mi abuela se enterase, para los partidos del Atléti (un crimen perfecto porque no se podía quejar). Y a mi abuelo Fidel porque, durante muchísimo tiempo (casi tanto o más como el que estuvimos jugando a la escoba), pasaba a verlo a la salida del cole por el bar donde iba a tomarse el café. Él siempre me “convidaba” (me encanta este verbo) con 20 duros en invierno o un polo en verano, y me daba los cacahuetes que ponían de pincho en el bar. Cómo sería la rutina que si algún día me despistaba hablando (raro en mí :p), siempre alguno de mis compañeros del colegio me recordaba: “Oye que hoy no has pasado a ver a tu abuelo”. Con tanto cacahuete como comí les terminé cogiendo manía, para alegría de mi abuelo Domingo, pero sin embargo tanto vicio ha dejado su poso y ahora el mono se me manifiesta en forma de M&Ms.

El recuerdo actual, conmigo ya de mayor que más me gusta de mi abuelo era el de cuando nos poníamos a hablar de cosas de historia que él había estudiado en el colegio y que recordaba con asombrosa claridad. Pero cómo no, siempre había el puntito de discusión cuando cada uno se encabezonaba en el otro estaba equivocado con el número de un rey o las fechas de un evento.

Para terminar este post quiero agradecerle a mi padre las veces que se puso pesado para mi abuelo y yo hiciésemos cosas juntos porque así a día de hoy puedo recordar todas estas cosas que hice con él.

Un besito.

lunes, 9 de marzo de 2009

Gracias señor por ser de Atleti

Papa, papa, ¿por qué somos del Atleti?
Hijo, porque nos da alegrias cuando estamos fuera de casa (no el Atleti, sino nosotros)

Yo no sé porque la gente, en general, es del Atleti, sólo puedo contaros porque yo soy del Atleti. El motivo es muy sencillo: mi abuelo Domingo se adelantó a todos los Jiménez (del Madrid de toda la vida) y me compró primero la equipacion del Atleti, y yo, desde luego, para pena de todos los Jiménez, soy una chica de una sola equipación. De todas formas pienso que fue un acierto total, porque, por como soy me llama mucho más la atención un equipo un poco desastre, de incomprendidos, en el que las victorias saben a gloria y las derrotas no saben ya a na’.

Desde luego yo no soy la aficionada tipica, estandar, que se sabe la alineacion de pe a pa y se traga todos los partidos (de hecho en futbol en general me resulta un poco rollo, no como el baloncesto), pero me siento “atletica” y con eso basta.

Últimamente estoy pensando mucho en el Altleti y por extension en mi abuelo (o en mi abuelo y por extension en el Atleti; da igual, los dos van unidos). El otro día cobré mi primer sueldo en esta empresa y no podía evitar pensar en lo que usé parte de mi primer sueldo de cuando trabajé en Telefonica: comprar entradas para mi abuelo y para mi para ver al Atleti en el Calderón (que por cierto, al final mi abuelo me terminó dando dinero con lo cual él pago las entradas, pero dicen que la intención es lo que cuenta). Lo pasamos genial ese finde semana, aprovechando para dar vueltas por Madrid y como he dicho para ver al Atleti. El partido fue un tipico partido atlético: el Atleti ganó sufriendo (si no hubiera sido así hubiese pedido que me devolviesen el dinero, para una vez que iba al Calderón quería a ver lo clásico, lo que se espera ver alli). Lo más gracioso de ese día es que nos juntamos un par de glotones y poco expertos en ver futbol en el campo, y aunque sabiamos que habia que llevarse un bocadillo (al campo hay que ir con la camiseta, por si acaso te sacan y con un bocata), pues nos lo comimos antes del partido. Asi, en el descanso, cuando todo el mundo sacó su bocata y empezó a comer, mi abuelo y yo nos quedamos superplanchados, sin nada ya que comer y mirando a todos como comian.

La segunda vez que he pensado en el Atleti fue el lunes pasado, en el curso, aquí en Bruselas, cuando lei un mail en el que me daban parte del partido del domingo pasado: “Vaya con el Atleti, menuda remontada al Barça en el Calderón. El Atleti, iba perdiendo 2:0, y ha remontado y gando”.Toma, toma, toma (pienso yo). “Hablan del mejor partido del año”. Ole mi Atleti, y mira que lo siento por Guardiola y lo mono que es, pero el Atleti es el Atleti, y Guardiola después de todo es un poco seco. Vaya alegria que me entro, y es que llevo un mes completamente desconectada de las noticias españolas, y que romper ese silencio con un noticion así...

Por la tarde, al dia siguiente, después del curso me acerque a ver Bruselas. Iba deambulando por la calle (porque no sabía qué visitar) cuando me tope con un puesto de prensa internacional, y ¿qué es lo primero que veo? El Marca, con el Kun Agüero en portada. Eso tenia que ser una señal, porque yo sólo compro la prensa deportiva en grandes eventos como cuando la seleccion española de baloncesto ganó el oro de Pekín. Imagínate, estas en el extranjero y de repente te topas con un puesto de prensa y justo tienen el Marca. Estaba decidiendo a ver que hacia, cuando me gire y vi un puesto de gofres, pero no de los gofres estos que venden en la feria, no, gofres con trocitos de fresas naturales y chocolate fundido por encima. Total, si las veces que he comprado prensa deportiva ha sido llevada por el extasis de la victoria (ggg), y realmente no la leo, solo cojo la portada y la pincho en el corcho de mi cuarto. Y ademas este año no tengo ni corcho en el cuarto. Total que el precio del Marca lo inverti en el Waffle (gofre). Y estoy convencida que mi abuelo hubiese hecho lo mismo J

Tulipanes, sed buenos.

Aupa Atleti y los Waffles ;)

PD: Sé que me he saltado el orden natural en el que estoy escribiendo el blog, pero es que si no la noticia del Atleti se desactualiza. Por cierto que este finde hemos empatado el Bernabeu ;) Ah y ya os contaré más adelante que hacía yo en Bruselas.

Mi primer bus. Strippenkaard.

Cuando la gente se compra una bici al segundo día de estar en Holanda, un país donde hay más bicis que personas, y tú en tu sexto sigues sin ella, capta la señal del cielo, ¡coge el autobús!

Harta de pasearme con “la fresca” o de tener el corazón en un puño montando al estilo amazona, decidí obedecer a la señal: intentar ir en bus.

Cuando has vivido durante 24 años en un país, no siempre entiendes a la primera las diferencias con otros. Podemos decir que estas hecho al protocolo básico de tu país el cual no tiene porqué funcionar exactamente en otros sitios. Por ejemplo en lo que a autobuses se refiere estoy especialmente familiarizada con el protocolo madrileño. En Madrid cuando quieres coger un bus la practica habitual es sentarte en la marquesina hasta que pase, teniendo la precaución de mirar de vez en cuando por el rabillo del ojo a ver si viene porque si no le haces una señal al señor autobusero este pasa de largo (casi todos los que somos de “provincias” nos ha pasado al menos una vez estar esperando al autobús y que este pase sin parar delante de nuestras narices y dejándonos con cara de tontos. Ahora esto sólo nos pasa una vez).

Cuando pregunté en la oficina cuál era el autobús que tenía que coger para venirme, no sólo me dijeron cual era su número sino también me imprimieron una lista con el horario completo, es decir, a que hora exacta pasa cada autobús por la parada. Debí de poner cara de sorpresa, porque me dijeron “¿En España no es así?”, y yo, por no meter la pata respondí: “No, que yo sepa” (La coletilla es clave para que quedemos bien).

Podemos decir que esto fue una sorpresa grata. Luego vino la no tan grata: ¡sorpresa!, sólo hay autobuses para ir a mi oficina (la cual esta al lado de la universidad) de 7 a.m. a 10 a.m., luego se corta el servicio de autobuses hasta las 3 p.m (habiendo de 3 a 7), con lo cual si necesitas ir al centro aprovechando por ejemplo la media hora de la comida no tienes autobús. De todas formas, ¿en las horas críticas no habrá problemas? Tururú. De 7 a 8 hay dos buses, y de 8 a 9 (hora crítica por los universitarios) hay tres. De todas formas a pesar de las dificultades que veía, el jueves iba decidida a irme en bus (por explorar algo nuevo en Holanda). Como todavía no estaba familiarizada con la idea de ver a que hora pasa el bus me puse en la parada a esperar que pasase el bus (vaya frasquete, comprendí al momento el porqué de las horas exactas).

El hecho de coger el autobús me ha aportado mucho conocimiento sobre Holanda, como por ejemplo que los clichés del país no se aplican a los adolescentes (porque ya se sabe que están en una edad muy difícil). Una de las primeras cosas que te aconsejan como español recién llegado a Holanda es que no te cueles nunca jamás porque les sienta muy mal. Con lo cual para coger el autobús yo me esperaba una perfecta y ordenada cola. Tururú tururú. Aquí los estudiantes siguen la técnica de “marica el último”, con lo cual nada de orden (eso sí, sin empujar). Afortunadamente estáis ante una curtida experta en coger transporte público en situaciones críticas como para ir a la feria en Cáceres o volver del “Desafío Bacardi” o del “RockinRio”. Así que conseguí montarme y con asiento J

¿Cuál es mi evaluación entonces del bus? Umm, pues como alternativa a pasear está bien, es rápido y cómodo, pero por no tener que estar todos los días: ¿entraré o no entraré? (he ahí la cuestión) y sabiendo que el siguiente autobús no viene hasta mínimo 20 minutos más tarde… me parece que la opción bici sigue encima de la mesa.

Sed buenos, tulipanes,
Mila.

Descubriendo Holanda:

-Gallifante para los holandeses por ser majetes, y darte ayuda completa cuando se lo pides. Por lo que he oído y visto, suele ir de serie en el país.
-Pierden un gallifante por no seguir una cola para coger el bus (atrévete en Madrid a colarte cogiendo el 115)
-Recuperan un gallifante al no haber empujones para coger el bus.
-¿Respetan los horarios los holandeses? Siiiiiii, hasta un punto enfermizo. Si el autobús (y lo mismo ocurre para el tren) tiene programada una salida a las 8:03, el autobús arranca en el momento exacto en el segundero está en el doce, el minutero en 3 y la aguja horaria en el 8. Con ello os podéis imaginar la enorme cantidad de veces que me he quedado en tierra en el mes que llevo aquí. Y si por alguna causa el tren o el bus traen un retraso de 5 minutos (por poner un ejemplo) las críticas y protestas de los usuarios no se hacen esperar.
-La strippenkaard. Aparte de las particularidades para subirse al autobús, también existe unas para pagar el billete. En el caso del bus, al propio conductor puedes comprarle un billete. Ese billete varía en función de tu destino. Las veces que yo lo he comprado estaba compuesto por dos casillas, una primera que dejan vacía y una segunda en la que te sellan una hora (que es el límite de validez del billete). Como en todos los países, existe una posibilidad de comprar varios viajes de golpe y te sale más barato. En este caso ese billete tiene un nombre concreto strippenkaard. La strippenkaard es una tarjeta de cartón fino, enorme, con 21 o 42 casillas. Cuando coges el bus tienes que poner un sello en la tarjeta. Este sello no puede ir en cualquier sitio. A partir de la última marca puesta, tienes que contar las zonas por las que te vas a mover más una. Esto es un poco lió, pero la idea es que si me voy a mover entre dos puntos de la zona 1 tengo que saltarme una casilla y sellar en la segunda (contando a partir del último sello), pero si por el contrario, voy a la zona 2 el sello irá en la tercera. Para poder poner el sello donde corresponde tienes que doblar la tarjeta, con lo cual tras dos uso, la pobre da hasta pena. Sin embargo la strippenkaard tiene una cosa muy buena y es que vale para todo el país, no como en España que un billete de autobús de Madrid sólo vale allí. (Todo este rollo os lo he contado con vista a los que hagáis turismo por holanda próximamente :))

Mi primera birrita holandesa ;)

¡Tranquilidad tulipanes, qué no cunda el pánico! La cerveza, como la entendemos en España, sigue sin gustarme: ¡puaff! porque tomar algo amargo, existiendo otros sabores como el dulce o el salado. Nunca comprenderé porque se sigue bebiendo algo sobre lo que todo el mundo dice: “La cerveza al principio a nadie le gusta, es acostumbrarte”. Pero, ¿por qué pasar esa etapa de caras de asco hasta que te acostumbras? Bueno, yo con este blog no quiero enemistarme con vosotros, y precisamente este post es un acercamiento por mi parte a los consumidores de cerveza :p

Os sigo contando cosa del miércoles de mi primera semana en Delft. Estamos en ese día largo que empezaba con una ducha de agua fría, un paseo largo entre canales congelaos y piques con las bicis, y un nuevo intento frustrado de compra de bici. La verdad es que lo que menos me apetecía ese día era seguir con la rutina de después de trabajar otra vez a casa a maldecir en arameo por no tener Internet, así que decidí llamar a Guus.

Guus es uno de los holandeses que conocí el año pasado cuando estuve en el curso de una semana en París de la Francia. En estos cursos íbamos gente de la UPM, de las escuelas de ingenierías de París, de KU Leuven y de TU Delft, entre otras universidades. (Esta fue la primera vez que yo oí hablar de Delft). En este curso aproveché para juntarme con gente no-española, no por antipatía a la patria, sino porque suelo tener más difícil el conocer a gente de otros países y poder hablar en inglés. El caso es que conocí a varias personas que estudiaban en Delft, y antes de venirme para aca contacté con ellos y descubrí que Guus seguía aquí.

Guus me había contado que Delft tenía muy buenas cervecerías (empezábamos bien), así que quedamos para ir a una de las más famosas: el Locus Populus (nunca sé si digo bien el nombre, pero tranquilos que cuando vengáis a verme se llegar). Este bar, como la mayoría de las cervecerías de aquí, está completamente hecho de madera, con un montón de anuncios de cerveza en muchos colores y pizarras con precios.

Estos bares llevan de serie un libro gordo, enorme, con todos los tipos de cerveza que tiene; y saber pedir aquí una cerveza es una tarea complicadísima (creo que esto lo enseñan en una asignatura de libre de la universidad :p). Como no tengas claro que marca quieres te empiezan a bombardear con una retahíla de preguntas: ¿la quieres dulce, amarga, intermedia?, ¿de alguna zona concreta?, ¿con cuántos grados?,…Yo lo tenía claro, quería una cerveza de esas que no saben a cerveza; y lo mejor de todo es que existen. Se llama kriek, y es una palabra en holandés antiguo que significa cereza (habéis visto que calidad que ya sé hasta holandés antiguo). Este tipo de cerveza es típico belga y lo consideran una cerveza de chicas (más bien digo yo que será de chicas que no le guste la cerveza). Después además hay muchas marcas que hacen kriek, y unas saben más a cerveza (puaff) y otras menos (umm).

Así que nada tulipanes cuando vengáis por aquí os llevo a tomar un kriek, aunque bueno vosotros tomaos lo que querías (pero yo me tomo un kriek)

Sed buenos,
Mila

Descubriendo Holanda:

Los milagros del sirope:

En este apartado quiero transmitiros dos ideas:

1-. En este país también hay cosas ricas.
2-. Los holandeses tienen fama de tacaños.

Y vosotros me diréis ¿qué relación hay entre lo uno y lo otro? Y yo os responderé: ¡el sirope!

Cuando estuve en la cena en casa de Maelle y Severine, una de las cosas que tenían para beber era sirope de casis (casis son arándanos), y resultó que contra todo pronóstico está rico. El proceso para tomarlo es curioso: echas en un vaso un dedo de sirope y el resto agua. Una vez que te vuelves un experto en siropes, puedes elegir si quieres dedo y medio de sirope o sólo un cuarto.

Después de la cena, la siguiente vez que fui al supermercado trate de comprármelo, pero cometí el error de comprar en vez de sirope de arándanos zumo de arándanos, el cual está amargo (y ya habéis leído antes lo poco fan que soy yo de la amargura), y por cierto no hay que rebajarlo con agua. Así que la siguiente vez no fallé y compré el correcto.

Y ahora diréis vosotros: ¡sigo sin ver la relación entre las dos ideas! Pues es muy sencillo, la botella de sirope la compré a principios de febrero y ahora, a principios de marzo sigue medio llena (y no ese que yo sea una optimista nata), es que es un producto superrentable, una inversión a largo plazo; y de precio como un producto sin concentrar. ¿Veis el negocio?

Por cierto, “milagrosamente”, la botella de zumo de arándanos sigue también en el frigorífico sin mermar. ¿Alguien la quiere?

Mila intenta comprar una bici (capítulo 2).

Vale, vale tulipanes, ya lo he entendio, necesito una bici, y más después de lo que había pasado el miercoles por la mañana (me había perdio, había perdido a las carreras a pie contra las bicis) y yo se coger una indirecta cuando me la lanzan. Asi que el miercoles por por la tarde mi compi Barratha me acompaño a comprar una.

Umm, ¡qué nervios!, una bici. El principal problema que se me planteaba al comprar una bici era el tener que usarlaJ. Comprar en ese momento una bici era una nueva preocupación porque, por ejemplo, no tenia claro donde estaba la tienda, y por extension era una zona no-evaluada por mí (no sabía cuantas bicis habría por la zona, si estaría llena de pilotos de bicis suidadas, si habría bordillos asesinos,...). Y qué decir del dia siguiente, ir al trabajo en bici, con todos la gente que iba por mi zona en bicicleta, ¿¿y si le hacen a mi rueda el afialador (como dice Perico Delgado)??Sin embargo una parte grande de mí me recordaba el paseo de por la mañana, el perderme, el madrugar,...buff, es cierto, ¡¡necesito una bici!!

En estos pensamientos estaba yo sumida cuando por fin llegamos a la tienda, y sorpresa, sorpresa: ¡¡estaba cerrada!!

Descubriendo España:

Si tulipanes habeis leido bien, hoy voy hablar sobre España, porque tengo un testimonio manchego que me asegura haber visto en La Mancha una bici con alforjas y segundo sillín. Además me promete facilitarme una prueba grafica. No puedo hacer otra cosa más que rectificar...aunque me gustaria saber donde fue comprada esa bici: quién sabe si los yonkis holandeses (o mejor dicho, los holandeses yonkis, no me malinterpreteis, lo que quiero evitar que penseis que ataco a todos los habitantes del pais) han llegado con su negocio ilegal de robo-y-venta de bicicletas hasta un lugar de la Mancha cuyo nombre, por supuesto, no quiero revelar: p.

jueves, 26 de febrero de 2009

El tercer día de curro

¡Hola tulipanes!

Hoy os voy a hablar sobre mi tercer día de curro. Sé que mi semana se os esta haciendo eterna, pero es para que captéis mi sensaciones adecuadamente, ggg; porque a mi también se me hizo superlarga (así que ya sabéis lo que os espera, gggg. ¡Qué no, que es bromita!).

Mi tercer día de curro no empezó nada bien. Lo primero mi ducha se encabezonó con no dar agua caliente. Desde luego no es la cosa mejor del mundo salir a las siete de la mañana al pasillo de casa para darte una ducha y que encima que solo salga agua fría. Pero no estaba dispuesta a rendirme, yo soy pulcra incluso con circunstancias adversas (en la isla de los famosos yo ganaría el premio a la más limpita). Así que me reaté la toalla, volví a cruzar el descansillo de las escaleras (rezando para no conocer en ese preciso instante al vecino), me fui a la cocina donde sí salía agua caliente, calenté dos cacerolas de agua (la vieja escuela siempre funciona), vuelta a cruzar el pasillo (pidiendo clemencia a Murphy) y a lavarme al estilo gato. Hasta los más limpios del lugar se hubiesen sucumbido a no lavarse, pero yo no sin mi ducha. Ahora desde entonces todos los días me llevo una cacerola de agua caliente a la ducha por si acaso, que no quiero desgastar mi suerte.

Tras el ajetreo matutino me dispuse a ir a curro, pero las cosas no iban a ser tan sencillas. Primero decir que ese día ya sé que significa “viento que corta”, y no es ninguna metáfora. Os recuerdo también que ese día volvía a tocar ir paseando a la oficina, y además me había marcado un nuevo objetivo ¡demostrarle a los de google-maps que entre mi casa y mi oficina no se tardan 45 minutos! Los más perspicaces que estéis en casa pensareis: ¡Caracoles, a Mila se le ha ido la chaveta! Eso mismo se planteó el primer día de curro y falló (PD: Uso “Caracoles” como homenaje a todas las series que hemos visto de niños dobladas por hispanos, ya sabéis: caracoles, caray Bubu,…). De todas formas esta vez tenía un plan secreto, “seguro” que los del google-maps no se les había ocurrido usar en sus cálculos el camino que cogimos el día anterior con las bicis y que va desde la plaza principal de Delft a la universidad. “Seguro que esa ruta no se le había ocurrido a nadie”. Lo más lógico sería pensar que se tardaba menos por el hecho de haber ido en bicicleta, pero en mi aversión hacia estas estaba dispuesta a demostrar que realmente una persona en bici en un camino llano no va más rápido que otra a pie y sin correr.

Para ir por esta ruta tenía que meterme por el centro de Delft, pero en vez de seguir por la calle que tomé el día anterior para ir a la plaza, decidí innovar (lo típico que le apetece hacer a cualquiera a las 8 de la mañana).

El problema básico que plantea una cuidad como Delft al españolito medio es que todas sus calles nos parecen las mismas. Canal + puente + casas de ladrillo bajitas son los elementos que compone cualquier calle de aquí. Puede que las casas entre sí no sean muy parecidas, pero nosotros no somos incapaces de distinguirlas. Quizá porque para nosotros dos edificios son distintos sólo si uno es amarillo y otro es azul (aquí estamos en la gama color ladrillo) o si tienen diferente número de plantas (aquí todas las casas son de tres plantas, ni más ni menos). Vistos los problemas a la hora de distinguir edificios, no me pidáis que diferencie los puentes, ni mucho menos los canales. Además para darle más emoción a la cosa los canales estaban helados y los patos andaban patinando sobre la superficie. Así como os estáis oliendo desde hace un rato, me perdí. Y me perdí pero en condiciones, de esto que cuando preguntas a la gente como llegar a un sitio, hasta resoplan y todo, de lo lejos que esta. Resulta que había andado de más, y me había saltado un giro, con lo que vuelve para atrás, pregunta,…Conclusión, llegaba tarde.

A mi mucha gente me define como pachorrona absoluta, pero os equivocáis, soy pachorrona relativa. Tengo el plasplas suficiente como para ducharme tranquilamente (cuando el calentador lo permite) y dedicarme a innovar la ruta de ir al trabajo. Sin embargo, cuando estoy a falta de 5 minutos de la hora a la que todo el mundo entra en la oficina y me encuentro a unos 25 minutos andando según google, en ese preciso instante me agobio y mucho.

En ese momento de estrés extremo (ojo al juego de palabras), no me encontraba en el mapa, topé con una de esas holandesas que no hablan inglés, no pasaba un alma por la calle. Cuando por fin descubrí que camino seguir, todas las bicicletas del mundo (y alguna más) me adelantaron con todo el recochineo del mundo (las oía acerarse, chirriando y con esos timbres que me sacan de quicio, me pasaban, y se iban alejando y haciéndose pequeñitas, recordándome que necesitaba una bici ya, ya, ya).

Al final termine llegando a la oficina no tan tarde (porque aquí tenemos un margen de media hora para entrar; y realmente iba tarde con respecto a la hora que quería entrar) y además me dediqué a hacer hincapié en el hecho de “pobrecita yo que me he perdido”. De todas formas mi estrategia no era del todo la correcta, porque esa mañana descubrí que lo importante que hay que resaltar no es en el hecho de “soy nueva y me pierdo, sniff”, sino en “vengo andando”.

Ya conocéis mi manía de contarlo todo (y si no, mirad todo lo que lleváis leído) y lo mal que llevo el estar en silencio con otras personas, siempre me cargo con la responsabilidad de hablar y poner fin a los momentos “grillo”. Aquí como estoy en Holanda y no juego en casa, me he rebajado esa carga, pero de vez en cuando mi Pepito Grillo se lanza a salvar a todo aquel que lo esté pasando mal por un silencio. Ese mismo día, a la hora del café hubo unos cuantos, así que por hablar de algo les conté mis penas con la ducha. ¿Os podeis creer cual era el comentario mayoritario? “Pues mira que es raro que funcione el calentador de la cocina y no el del baño”. Ummm, “a ver majete (mi ceja estaba alcanzando unas cotas insospechadas), tu te crees que no he intendado/esperado a que saliese agua caliente teniendo en cuenta que la alternativa era reatarme en la toalla, salir al descansillo, ir a la cocina, calentar agua, volver al descansillo y de ahí a la ducha”. Sin embargo, como soy nueva y aun no sé bordear en inglés mi respuesta fue “Quien sabe”, más una sonrisa. ¡Ay, quién me ha visto y quién me ve!

Mientras yo cojo soltura con el inglés, vosotros sed buenos.
Mila.

Descubriendo Holanda:

-Sabéis que los holandeses en sus casas no ponen persianas, ni aunque vivan en un bajo. Nada, ni un triste estor ni nada. Ellos se empeñan en participar en un Gran Hermano nacional sin premio ni sin Mercedes Milá. ¿Y quienes los pasan peor? ¿Ellos? No, que va. Nosotros, tanto los españoles como franceses (como podéis comprobar esta sección se está abriendo al mundo), que miramos y luego nos sentimos culpables, como cotillas. Pero es que es una fuerza superior, que me hace girar la cabeza y mirar dentro aunque no quiera. Tranquilos, terminaré superando ese vicio, pero mientras tanto podré escribir un post sobre decoración de interiores en Holanda (ggg).

lunes, 16 de febrero de 2009

No hablar el idioma :(

¡Hola tulipanes!

El post de hoy lo voy a centrar en una de las cosas que peor llevo de estar en Holanda. ¡No hablar el idioma!

Ya en mi segundo día y con el fotomatón escribiéndome mensajitos que yo no comprendía, comencé a tomar conciencia de la situación. Sin embargo, al poder solucionar el problema de las fotos, y al rellenar la ficha del descuento para el tren con la ayuda de Clarisse y de la señora de la ventanilla (a la que tenía que entregarle el papel) me hizo pensar que el tema idioma va a ser un mal menor.

Desde luego hay que reconocer que en España sin hablar español, estas bastante perdido (lo único que creo que salva a los extranjeros en España es nuestra capacidad de mímica y digamos nuestra buena voluntad (en grado intermedio). Creo que sois capaces de imaginaros a un español medio gesticulando como un loco, articulando y hablando todo lo alto que le es posible para explicarle a un pobre guiri como llegar a algún lado).

Una vez reconocido esto, tengo que decir que en mis dos semanas de estancia aquí me he encontrado ya con un par de holandeses que no hablan inglés (que los hay, aunque algo te entienden y tú a ellos les medio comprendes lo que te quieren contar). Aunque claro son menos abundantes que españoles que no hablan inglés.

Así que, ¿cuáles han sido mis principales problemas lingüísticos?:

-Por ejemplo, a día de hoy sin saber donde tirar la basura. Tranquilidad, que no vivo en una casa como si tuviese el síndrome de Diógenes. Pero me he dedicado a separar la basura, como suelo hacer en España, y cuando he llegado a los contenedores no he sabido donde tengo que tirar cada cosa. Lo único que tengo claro es cual es el contendor del vidrio (y porque pone glass-noséque). Pero entre los otros, ¡ni idea!, ya que en vez de tener un dibujito que te lo explique, viene una parrafada. Cuando fui el otro día a bajar la basura, como no pasaba nadie por la calle tuve que optar por la infalible técnica de “pitopitogorgorito”.

-El otro día un holandés preguntó por la calle como llegar a la estación (cosa que por cierto sé), y yo hasta pasado un rato no fui consciente que se estaban dirigiendo a mí. Esto más bien, no era un problema lingüístico para mí, sino para él que quería llegar a la estación.

-En mi tercer día de estancia en Holanda, tras el fracaso de las cabinas, y tras ir a un supermercado con un cartel de horario engañoso en la puerta (ponía que estaba abierto hasta las 9, y los números son de las cosas que son comunes en Holanda y en España. Pero en realidad a las 9 estaba cerradísimo), encontré una especie de multitienda (regentada por unos hindúes o así, ya os he contado que los chinos todavía no ha colonizado Delft). En esta multitienda tenían un cartel de propaganda con tarifas para llamar al extranjero y pensé “¡por fin!”. El problema era que el hombre de la tienda no hablaba apenas inglés. Un muchachito se ofreció de intermediario y al final conseguí comprar la supuesta tarjeta por 6 euros. Para utilizar la tarjeta tenía que seguir unos pasos que un contestador me dictaba, por supuesto en holandés y teclear unos números de la tarjeta. Le volví a pedir ayuda al muchacho, pero por lo visto el tema tarjetas no es exactamente lo suyo. Y me quedé sin 6 euros. (No penséis mal, yo tengo la tarjeta con los números de la recarga, así que no creo que se recargase el teléfono a mi costa. Pero cuando no conoces un idioma estas a expensas del que tienes al lado para que te ayude, sea un poco inútil o no)

-Tras la aventura de la tarjeta fui capaz de descubrir por fin cuanto saldo me quedaba en el móvil, y el hallazgo se dio porque se me acabó el dinero (lógico la tarjeta venía con 5 euros en llamadas, había llamado a España, y no había recargado porque no sabía ni dónde ni cómo hacerlo). Entonces la voz de una señorita muy amable me dijo algo de X cents (deduje que se trataba de la versión holandesas de “su saldo actual no le permite realizar una llamada de más de un minuto al destino solicitado y de llamar a España mejor ni hablamos”).

-El quinto día descubrí no podía recargarme yo solita el móvil, porque en vez de ir a una tienda y decir cárguenme 10 euros a este número, te dan un código y antes de introducirlo tienes que escuchar el típico menú (¡en holandés!) de: “Pulse 1 si quiere recargar a través de código, pulse 2 si quiere realizar la recarga con el método….” (Vamos una idea parecida a la tarjeta de la multitienda). Así que en el propio supermercado que compré el código, les pedí que me hiciesen la recarga (y me quedé más o menos con la copla de cómo hacerlo).

-El sexto día descubrí que T-Mobile no tiene la opción de mandarte un mensaje con el saldo, sino que te lo dice de viva voz y en holandés. Así que tenía que pedir a mis compañeros que me mirasen el saldo. Cuando en casa intenté solucionar este asunto por mi cuenta así como quitar el buzón de voz llamando al Klantenservice (servicio de información al cliente) entendí que los menús de “Pulse 1…pulse 2….” se habían convertido en mis peores enemigos. Pulse 1 en todas las ocasiones que pude, hasta que alguien me atendió (me informó que esa no era la opción correcta, “¡¡vaya, con lo fidedigno que suele ser pulsar 1 hasta que alguien te responda!!”; y que para lo que yo quería mejor que llamase al día siguiente).

-Otra cosa que averigüé ese mismo día, es que tampoco era capaz de escuchar los mensajes del buzón de voz, porque para ello me pedían noséque de una contraseña.

-El séptimo día (viernes) ante la proximidad del domingo (y de todas las tiendas cerradas), traté de volver a recargar en el super de la otra vez, pero esta vez no les funcionaba la máquina. Busqué otro supermercado, y volví a pedir que me hiciesen la recarga (quería comprobar que siempre eran los mismo pasos, y no tenía ganas de andar perdiendo recargas de nuevo). Como los pasos parecían los mimos, los apunté en un papel (ya iba ganando independencia, al menos las recargas podría hacerlas yo solita).

-Ese mismo día pasé por la tienda donde compré el móvil para que me informasen de la tarifa que tenía y para preguntar si había la opción de que me llegase un mensaje con el saldo (yo seguía erre que erre). Me ayudaron a cambiarme de tarifa (porque se hace desde internet en una página en holandés, sin opción a inglés; y de hecho hoy he ayudado yo a una amiga a que se cambie ella de tarifa. ¡Voy progresando! J), y me dieron un número donde podría consultar el saldo en inglés. (Segundo punto de independencia).

-En mi decimocuarto día en Holanda (sólo puedo solucionar las cosas cuando las tiendas abren hasta más tarde, vamos de semana en semana), he ido a otra tienda (esta vez solo de T-Mobile, para no darle tanto la coña a los mismos). Y me han quitado el buzón de voz y me ha configurado el móvil para recibir los mensajes de T-Mobile en inglés. ¡¡Yuju!!

Como podéis ver voy progresando poco a poco. Os he contado todo el calvario del móvil porque es que me más me ha dado la tabarra (y también el que se ha ido solucionando), pero por ejemplo otra historia que tengo que arreglar ahora es poder hablar con un proveedor de internet :s (porque cada vez que llamo no se que me cuentan).

Os mantendré informados, tulipanes. Mientras tanto, sed buenos.

Descubriendo Holanda:

- A lo mejor tras leer este post (que reconozco que me ha quedado especialmente pesado) habéis pensado, porque Mila no ha preguntado en la oficina para qué es el contenedor verde, para qué el amarillo,… Pues listos, que sepáis que lo he hecho :p. Lo que ocurre es que los amigos holandeses no tienen un código de colores para las papeleras. Depende del ayuntamiento, incluso del barrio, así que acecharé al vecino detrás de unos matorrales a ver donde pone cada bolsa.

- Por cierto, los holandeses no son tan ecologistas como parecen (tanta bici y luego…). ¡Cuanto tienen que aprender en mi “ofi” del B105! El otro día lleve unas “elaboradas” judías blancas de bote para comer, y claro intenté reciclar el bote de cristal. La respuesta fue “pues no tenemos”, y tiraron mi frasco a la basura. A mi me entraron los siete males, y desde entonces me los traigo a casa, que ya los reciclaré yo. ¡Que para algo es el único contenedor que tengo claro!

-Pequeños saltamontes no sé si vosotros os acordáis de cuando La Casera venía en botella de cristal, y en el super te daban 20 pesetas (de las de antes ;)) por devolver los cascos. Bueno pues aquí en algunos supermercados esa técnica se sigue funcionando. Aquí en algunos supermercados, por cada botella de Fanta te dan un vale de 20 céntimos de descuento. De acueeeeeeerdo, en este tema les doy un minipunto de reclaje.

-Os preguntaréis a estas alturas qué se decir en holandés. Pues mi nivel actual es similar al de Mariaje hablando en cordobés ;) (ella sabe decir “doo” y “tree”; pues yo también me sé dos palabras “ja” /ya/ sí y “nee” /nei/ no). Después reconozco alguna más, pero o la reconozco escrita (gracias a los subtítulos de la tele) y luego no sé como se dice o “sé decirla” pero no sé escribirla. En mi lista de escritas están spoor (andén; es que cojo muchos trenes), melk (leche, sin comentarios, como para no saberla), kaas (queso), dank je (gracias),… Oídas reconozco: buenos días, hasta mañana, hasta el lunes, adiós (veis cuando presto atención). Y finalmente hay una sección que no se leer, tampoco se muy bien escribirlas pero que si las veo sé que quieren decir. Poco a poco Paco Peco Poco Pico.

Necesito vuestra ayuda

¡Hola tulipanes!

Como podéis leer en el título del post, necesito vuestra ayuda. En el último post, me había quedado contándoos que el martes por la tarde tuve mi primera cena con mis compis de curro. Nos juntamos en casa de dos de las francesas, y nos prepararon comida típica de su país.

Empezamos con un aperitivo muy francés de pan tostado y queso fundido, seguido luego una ensalada, una chuleta de cerdo con mostaza de Dijon (umm, qué rica la mostaza), y acompañada con ¡ratatouille! ¡Cómo la peli de Disney! Eh, eh, eh, tranquilos, que ratatouille no es el nombre del ratoncito protagonista de la película. Es el nombre de un guiso francés, que en resumen (porque no tengo muy claro que es lo que llevaba) me recuerda mucho al pisto manchego. Todas estas cosas para la cena, pero teniendo en cuenta que había comido a las ¡¡12:30!!, tienes hueco más que de sobra para comer todo esto y lo que caiga. (Por cierto, no se si ratatouille esta bien escrito, pero como sigo sin internet no he podido comprobarlo L)

Durante la cena Clarisse también comentó que ella quería hacer otra cena de comida francesa (esta cena la tenemos el jueves que viene y vamos a tomar un raclatte, así que ya os contaré qué tal.). Allí todo el mundo estaba animado a organizar cenas, y yo no iba a ser menos (bien me podía haber callado, gg). Así que nada, ahora tengo que hacer una cena española, y aquí es donde necesito vuestra ayuda. ¿Qué hago?

Todavía no tengo fijada fecha, pero espero que sea relativamente en breve porque tenía pensado reservar un poco del jamón y el queso que me han mandado mis padres con el resto de mis cosas pero no se si voy a ser capaz de contenerme.

Mis principales problemas a la hora de preparar esa cena son: qué pongo para comer qué sepa hacer y que los productos para hacerlos pueda encontrarlo en Holanda. Así que para coger ideas me pasé el otro día, como quien no quiere la cosa, por delante de un supuesto restaurante hispano-italiano que hay en el centro de Delft. Mi objetivo era estudiarme bien el menú, con el fin de copiar todo lo posible (si ellos eran capaces de encontrar los productos básicos, yo también podría). La lectura del menú fue de lo más divertido, porque los pobres de español andan un poco pegados. Creo que de toda la lista de productos solo pusieron bien dos nombres. De todos, el que más gracia me hizo fue “los pinchos murenos”. La verdad es que es una pena no hablar italiano para ver qué tal se les dio con su menú, porque lo que fue con el nuestro…

Después de ver el restaurante, y estudiarme concienzudamente los supermercados barajo las siguientes opciones:

- Plato de jamón
- Plato de queso
- Pisto frío de tomate, atún y queso feta (puede dar el pego por queso fresco). Con un poco de orégano y aceite de oliva, pasa por típico español.
- Tortilla española (este va a ser un punto álgido de la cena. A ver como le doy la vuelta a la tortilla).
- Por supuesto, pinchos “murenos”.
- He visto que en el super hay gambas, con lo cual a lo mejor unas gambas al ajillo (pensad que será una cena sobre las 7:00, da tiempo de sobra a digerirlo). También he visto camarones, otra opción es tortilla de camarones, pero esto sería la primera vez que lo hago, un riesgo.
- Y si hubiese pulpo, un poco a la gallega (que es fácil de hacer).
- Para beber, claramente me decanto por la sangría que todo el mundo considera producto super español.

Bueno, ¿cómo lo veis? Acepto propuestas y sugerencias, basadas en tres claves: comidas fáciles de hacer, españolas o que puedan pasar por españolas y con ingredientes fáciles de conseguir. Sé que el blog no os deja a todos dejar comentarios (a ver si lo miro en casa y veo que solución hay; pero creo que en principio si usáis una cuenta de gmail funcionaría).

Gracias tulipanes, pensad concienzudamente y ya me contáis. Y mientras tanto, sed buenos.
Mila.

Descubriendo Holanda:
Ya que hoy ha sido un post culinario, voy a daros unas nociones sobre cosas que comen los holandeses.
- ¿Qué comen los holandeses en mi curro? Aquí todo el mundo a la hora de comer se trae sándwiches de casa, o en su defecto se los hacen en la propia oficina. Gracias a que como os digo hay algunos que se los hacen allí, he podido estudiar (pensando en contároslo) que ingredientes les ponen.
- ¿Cómo son los sándwiches de los holandes? Lo básico es utilizar fiambre (telequillos, aquí todavía no han descubierto la “aceitunada”, yo creo que es otro negocio por explotar. Podríamos vender la mortadela con aceitunas como fiambre de lujo), queso y mantequilla. Esto entra dentro de lo normal, exceptuando por el hecho de que el bocata lo toman tooooooodos los días para comer.
- El pan ya no es tan parecido al nuestro. Tiene un montón de tipos de panes (son unos viciosos del pan y de las bicis), y lo tienen con cereales, sin cereales, con semillas, blanco, negro,… Eso si, si llegas tarde al supermercado, próximo a la hora del cierre, todas las estanterías de pan de molde están vacías. (Por cierto, aquí hasta lo que podemos llamar en un alarde de elocuencia, el pan-pan (osea el que no es de molde) también viene cortado en rodajas).
- Después a parte de los bocatas tradicionales tienen los bocatas innovadores. Por ejemplo también comen sándwiches de mantequilla de cacahuete o les he visto preparar bocatas consistentes en mantequilla y virutas de chocolate (estas que les pones a las tartas) para comer.
- ¿Y con que bañan todos estos sándwiches? ¡Con leche! Comen y cenan con leche. Jamás en la vida había conocido a gente que consumiese más leche que yo, pero aquí todo este pueblo me gana. Tengo que quitarme el sombrero ante ellos. Además tiene millones de tipos de leche: desnatada, entera y semi; leche de sabores (fresa, limón, frambuesa,…) que viene a ser como los yogures líquidos pero en un montón de sabores distintos, leche más azucarada (que debe ser parecido a la leche condensada pero en cartón de litro), leche con chocolate (el cacaolac). A lo mejor podeis pensar “todo lo que esta diciendo Mila lo tenemos en España”. Y entonces yo os responderé “Id al super y vedlo con vuestros propios ojos”.
- El otro día me comentaron que el motivo por el que son el país con la altura media más alta (1,88 en chicos) es por toda la leche que toman. Ese día me sentí profundamente triste, y pensé que todos mis esfuerzos y los litros y litros de leche española que había tomado, habían sido en balde.
- Pero no siempre comen sándwiches, también toman las famosas sopas de sobre marca Cup (tengo que comprobar si lo he escrito bien). Las he visto por todos lados, y en mi “ofi” no iban a ser menos. Viene en cajas agrupadas por sabores y a su vez cada caja contiene sobres equivalentes a una ración. Las hay de tomate, tomate con picatostes, champiñones, zanahorias,… pero por lo visto la más tradicional es la de guisantes. Esta última tiene que ser muy densa y está bien preparada cuando pones la cuchara en la crema y esta se queda de pie.
- Por todos estos motivos, absolutamente todos los días, evalúan el contenido de nuestros tupper wares (de las francesas y míos) y se encogen de hombros, se miran entre ellos y me dicen, por ejemplo, “Anda ayer cocinaste” cuando traigo una ensalada. Como bien parafrasea Little Eu a Obélix, estos holandeses están locos.

Mi primera nevada en Delft

¡Hola tulipanes!

Como os adelanté en el último post en mi segundo día de curro (cuarto de estancia en Delft) viví mi primera nevada. Para los norteños que leáis el blog este tema os puede parecer irrelevante, pero para los que somos “de Madrid pa´ bajo”, la nieve nos parece todo un evento.

Ya en mi primer día de trabajo hubo un primer conato de nieve. Yo estaba reunida con mi jefe, que me estaba contando a qué me iba a dedicar, y de repente, miré a la ventana y estaban cayendo unos copos. Me tuve que contener para no saltar con un “¡¡Ala, nieva!!”, porque no hubiese sido nada apropiado. Imaginaos en ese momento en el que te están contando cosas serias, tu en el papel de “han hecho muy bien en contratarme”, y que de pronto saltar con que está nevando (en un sitio donde están hartos de ver la nieve). Sí, hubiese sido demasiado “Hola, soy una cría y no te estoy haciendo ningún caso. PD: Deberías haber cogido al otro”.

De todas formas, para ratificar mi decisión de callarme el comentario, ese primer día la nevada no cuajó. Sin embargo, al día siguiente, sí que nevó en condiciones, de modo que para la hora de irnos a casa, el suelo estaba completamente blanco. J

Antes de continuar con la historia, voy a abrir una breve sección, que se va a llamar “Desmitificando la nieve”, especialmente decida a los “de Madrid pa´ bajo”:

- La nieve no es blandita.
- Cuando pisas la nieve suena como si pisases cristales.
- Cuando te nieva, los copos de nieve no son como plumas bonitas que se quedan “graciosamente” enredadas en el pelo, sino que te lo moja, como ¡la odiosa lluvia! Nota mental: lo que se te enreda graciosamente en el pelo es el polen de los árboles en Madrid (el cuál da alergia).
- La nieve no es siempre blanquita y bonita. Con la tierra hace un barro feo y resbaladizo.

Fin de la sección.

Sin embargo, esta vez voy a dejar a un lado el papel de cascarrabias, y voy a decir que a pesar de todo me sigue gustando la nieve. (A ver que opino en unos meses).

Nos habíamos quedado en que a la salida del trabajo estaba todo cubierto de nieve. El plan que teníamos al salir era ir a casa de Maelle y Severine a cenar. Maelle, que me había llevado por la mañana a trabajar en la parte de atrás de su bici, esta vez se había ido antes para ir preparando la comida, por lo que Clarisse se ofreció a acercarme a casa de estas en su bici (por su puesto montada al estilo amazona).

Lo que por mañana había sido “tan” fácil, con la “nieve bonita” resultaba un pelín más complicado. La bici se iba más para los lados, resbalaba,… (siento haceros sufrir con los paseos en bicicleta pero ya os adelanto que va a haber más batallitas). Total, viendo que avanzábamos menos en la bici que a pie, nos bajamos de la bici y a empujarla. (Volviendo al tema de haceros sufrir, lo sí que puedo adelantaros que hasta la fecha no he vuelto a montar en bici a lo amazona). En vista del poco éxito de este sistema cuando las condiciones, acordamos durante la cena que al día siguiente yo volvería al método inicial (caminar). La verdad es que personalmente lo prefería. Yo veía que la compra de mi propia bicicleta se iba a prolongar, y no me gustaba la idea de ser siempre la que era llevada sin esfuerzo (y también estaba claro que no iba a ser quien “condujese”, pues no me veía con la pericia necesaria para como llevar una bici con un solo ocupante, mucho menos con dos).

Espero al menos con este post tranquilizaros, sobre todo a Nuch y a María, y garantizaros dos semanas sin sobresaltos amazónicos.

Ya sabéis, hasta el próximo post, sed buenos.
Mila.

Descubriendo Holanda:
- Fue durante esa cena cuando descubrí que llamaban estilo amazona a montar en bici como lo hice durante este día. Cuando me lo dijeron trate de razonar con ellos que ese nombre tenía ningún sentido. Creía recordar que las amazonas eran mujeres fuertes, que incluso se cortaban un pecho para que no les molestase a la hora de disparar flechas. La verdad es que no veo la relación entre estas mujeres e ir sentada de forma delicada en la parte de atrás de una bici, al estilo Audrey en Vacaciones en Roma (esto ha sido un momento cultureta. Ya me lo agradeceréis alguna vez si os sale alguna pregunta relacionada con esto en el trivial).
- Después de este día, he descubierto la enorme cantidad de gente que viaja de esta manera en Holanda. Hoy sin ir más lejos he visto al chico con más mérito del mundo. Estaba lloviendo, iban montando en bici, llevaba a una chica en el “ss”, llevaba una mochila a la espalda y en una de las manos una caja grande. Chapeau! Este chico y yo debemos de provenir de animales distintos.

jueves, 12 de febrero de 2009

Mi primer paseo en bici al estilo “amazona”.

¡Hola tulipanes!

Por primera vez, y sin que sirva de precedente, voy a empezar con la sección descubriendo holanda. No es por puro capricho, es que es necesaria para contar la aventura de hoy.

Descubriendo Holanda (vuelta al tema bici):

- Ya he mencionado que las bicis holandesas autóctonas se diferencian de las españolas en los frenos, elemento prácticamente inexistente en las de aquí, porque si para parar la bici tienes que empezar a pedalear hacia atrás...¡ya me contarás! (como podéis comprobar no soy una gran fan de este sistema). Sin embargo no sólo se diferencian en los frenos, sino que toda bici que se vende en los Países Bajos (ya sea holandesa de pura cepa, es decir, con los frenos raros, o más europeizada, con los frenos de toda la vida) tiene justo detrás del sillín una especie de segundo “sillín” (ojo a las comillas que no van por capricho). Este supuesto sillín adicional es metálico, y consiste en una especie de rectángulo metálico, con un par de barritas paralelas.

- ¿Y para que usan los holandeses este segundo sillín? Pues lo normal es que este el ss (segundo sillín) esté rodeado por unas gomas, y así se puede usar para poner ahí los libros, los tupper de la comida,… Y no es que los holandeses necesiten usar las dos manos para controlar el manillar, pero así pueden llevar una mano calentita metida en un bolsillo. También el ss permite, como su “propio nombre” indica, llevar a pasajeros. La persona que viaja de “paquete” puede ir sentada de dos formas distintas: opción a) ir a horcajadas, opción b) ir con las dos piernas hacia el mismo lado.


- Las bicis “tuneadas”. Como podéis deducir las bicicletas son un negocio que mueve mucho dinero en Holanda. Pensad que aquí todo el mundo tiene como mínimo una bici, de hecho, mucha gente tiene otra de repuesto, no vaya a ser que se le pinche una rueda o se le tuerza por culpa de las vías del tranvía (a mi esto de tener dos bicis al principio me parecía una chorrada, pero visto lo necesarias que son para moverte, les voy a terminar dando la razón). Conclusión, que tener bici en Holanda es como tener móvil en España. ¿Y que pasa cuando todo el mundo tiene algo? Que las empresas se dedican inventar complementos y chorraditas. Solo pensad en los calcetines, colgantes, minibarras de labios,… todo para los móviles en el caso de España. Y ahora imaginad todo lo que se le puede ocurrir a esta gente para la bici: desde cestitas (por cierto, el otro día ví a una montando en bici, que llevaba de paquete una cesta con su perro labrador!!!), lacitos, florecitas, … Pero ha habido dos cosas que me han llamado poderosamente la atención: 1) las bolitas que ponen en los radios de las ruedas para ¡hacer ruido cuando montan en bici!, y 2) (esta es mi preferida) ¡¡¡Las alforjas!!!La gente aquí compra una especie de alforjas con dos bolsas, que se apoyan en el ss, de modo que cada bolsa está en un lado de la bici. Y hay alforjas estampadas, de colores,…¡¡Ojo un negociazo la venta de alforjas en el siglo XXI!!


Fin de la sección: Descubriendo Holanda.

Os voy a poner un poco en situación, tulipanes. Imaginaos que estoy en mi primer día de curro (es que el día se me hizo muy largo, como podéis comprobar), y una de mis compañeras se acerca y me dice que lleva para casa. La verdad es que tenía terminar unas cosas (aprovechar para leer el correo) y declino la oferta. Pero entonces se ofrece para llevarme a la oficina la mañana siguiente. Y lo cierto es que me daba cosa volver a decir que no, y quedo con ella a las ocho de la mañana del día siguiente. Pero mi compi no tiene coche, con lo cual os podéis imaginar como me iba a llevar a la oficina: ¡¡Bingo!!Sentada en el ss.

Yo por la mañana, ese día, en mi paseo de 50 minutos me había dado tiempo a ver a un par de personas montadas en la parte de atrás de la bici de algún amigo o un compañero, y lo primero que había pensado es: ¡qué tío más cara! El amigo pedaleando y este de rositas detrás. Pues nada, al día siguiente iba a ser yo la tía cara. Además es que aún no había visto a mucha gente yendo de “paquete” en la bici, y me daba un poco de vergüenza, pero bueno, todo fuera por no decirle dos veces que no a la muchacha. 

Así que a las ocho de la mañana de mi segundo día de curro, ahí me tenéis a mí, en la plaza principal de Delft, donde vive Maelle (mi taxista de la bici), preparada para una nueva aventura para el blog. La verdad es que justo a los que había visto montando así, los había visto a horcajadas, con lo cual cuando Maelle me cuenta que es mucho mejor ir sentada al estilo amazona (¡es que tiene nombre y todo!), yo pienso: “¡¡donde me estoy metiendo!!”.

Lo siente que hace es explicarme la técnica (porque tú ahí no te sientas sin más, esto tiene todo un proceso). Lo que tengo que hacer es agarrarle la cintura con las dos manos, ella empezará a pedalear y yo a correr detrás de ella, y cuando me avise tengo que dar un salto, y subir el culillo al ss. ¡Joe chaval, encima tengo que montarme en marcha y dar un salto! Esto además me lo explica una francesa en inglés a las ocho de la mañana. ¡¡Venga va, que si lo pienso más no lo hago!!

Cogemos carrerilla, me dice que salte, salto (por supuesto, medio culo fuera), manillarazo para compensar el salto, y empezamos a avanzar. ¡Pues no es tan difícil! Y menos mal que pensé así, porque hay un par de tramos en el camino donde el pasajero tiene que bajarse y repetir la operación. Por lo demás el viajecito bastante bien (claro yo no iba dando pedales), exceptuando en una curva, que toma esta mujercita a toda mecha, se le va la bici, nos subimos a la acera, en la acera justo de frente unas escaleras, y yo cierro los ojos, porque total para que verlo si lo voy a sentir. Pero no, nuevo golpe de manillar en el ultimo momento, y nos libramos de besar el suelo (o las escaleras).

De todas formas yo me pasé medio camino pensando una excusa para no tener que estar todos los días a expensas de que alguien me lleve, y menos aún cuando acercarte a un sitio implica esfuerzo físico. Pero por la tarde la nieve me facilitó la excusa, y me da un tema para la siguiente post.

Mientras lo escribo y no, sed buenos,
Mila.

lunes, 9 de febrero de 2009

Post de agradecimiento

¡Hola tulipanes!

Esto es para dar gracias a todos los que me habéis llamado, dado toques, escrito mensajes, mails, comentarios… o leéis el blog. Sobretodo siento no poderos contestar uno a uno a los mails, mensajes,… o poderme poner de charla en condiciones por el gmail y tal, pero de momento para mí, Internet sigue siendo un bien escaso, al que accedo en la oficina y todavía me da cosa ponerme alegremente a utilizar, pasando del trabajo. A ver si poco a poco voy solucionando cosillas y consigo Internet cuanto antes.

Mientras tanto, sed buenos.
Mila

Primer día de curro. Malditas cabinas.

¡Hola tulipanes!

Como os podéis imaginar mi primer día de curro, después de 6 meses de estar de vacaciones, se me hizo eterno. Y más aún habiendo comido a las 12:30. Además yo veía ahí que todo el mundo se tomaba muy en serio lo de las 8 horas. Uff, y después de trabajar ir a casa andando.

Otro de mis compis me prometió acercarme a casa en coche, así que la cosa mejoraba al no tener que pasear. La única pega que le veía era que estando cansada tendría que hacer un último esfuerzo de hablar inglés (hablar y entender el inglés me cuesta en dos situaciones concretas: A-. Estoy en un sitio con mucho ruido: discoteca, bar, ect. B-. Estoy muy cansada).

Lo que si me apetecía era llamar a casa y contar largo y tendido como habían sido los primeros días. Me apetecía contar las cosas en detalle (como podéis comprobar a la vista del blog, suelo hacer). Cuando había estado en la oficina de turismo, había preguntado por las cabinas de teléfono, y aunque en Holanda es un poco temerario por el tiempo estar hablando desde una cabina; me aseguraron que delante de la estación había cabinas y que funcionaban tanto con tarjeta como con monedas. Así que le pedí a mi compañero que me dejase en la estación en lugar de en mi casa.

En la estación de Delft hay un montón de tiendas que venden de todo y con más horario que el resto (en plan 7eleven, OpenCor,…), así que probé de primeras a comprar allí una tarjeta. Sin embargo, allí no vendían la tarjetas (por lo visto las venden en noséquétiendas que para variar a las horas que eran, 6 y media pasada, estaban ya cerradas). Pero bueno, no hay problema, soy una chica de recursos J, y la de la oficina de turismo me había asegurando que valían las monedas. Así que en una de estas tiendas intenté cambiar. Pero también me acordaba del día de las fotos, que no te dan cambio por las buenas si no compras, así que agarré una bolsa de M&Ms, y les pague con un billetazo de 20 (para tener cambio de sobra para el teléfono). Antes de salir de la estación, me enfundé bien en el abrigo, guantes bien colocaditos para llamar por teléfono. Había delante justo de la estación dos cabinas. La primera (agua), era de tarjeta. La segunda (tocado, wuju), de monedas. Intento que se trague las monedas y no hay tutía (ahh, has dicho A5, entonces agua, que me he equivocado). Bueno, que no cunda el pánico el otro día, había visto yo otra cabina, de camino a casa. Busco la cabina (con todo el clin, clin; del cambio de 20 en mi bolsillo), doy vueltas, por fin la encuentro (¿tocado?), me acerco y es de tarjeta (agua!). Vale, no me voy a rendir tan fácilmente, acabo de pasar por una gasolinera, allí seguro que hay una cabina, o venden tarjetas. Pregunto y ¡nada! No tiene cabina, ni sabe donde hay otra, ni donde comprar tarjetas, ni el tío es de Delft siquiera (agua, agua, agua y agua. Y Mila tocada, y hundida). Venga ya, vaya mierda de país, las tiendas cerradas, no puedo llamar a mi casa en condiciones y voy a tardar en poder hacerlo porque no tengo Internet en casa, ni cuenta corriente holandesa, además ahí voy con mi cambio de 20 en el bolsillo,… Pero en ese momento, suena mi teléfono, ¡me llaman de casa! JJ

Sed buenos, tulipanes.
Mila

PD: Y además tengo una bolsa extragrande de M&Ms ;)

Descubriendo Holanda:
- Creo que no hace falta, pero por si acaso lo pongo. ¡¡¡Las cabinas holandesas no cogen monedas!!!! Aunque te lo diga la de información y turismo. Por cierto, en cuanto me entere de donde narices se pueden comprar las tarjetas os lo cuento.
- Tampoco encuentro por aquí los clásicos locutorios que hay en Madrid para que los inmigrantes llamen a sus países de origen. Creo que en este país hay negocios que tienen aún por explorar. Por ejemplo, no he visto todavía tiendas de “todo a un euro”, o los típicos “chinos”, es decir tiendas de “zarrios baratos” o “supermercados abiertos 24/7”. Me han dicho que las tiendas de chinos en otras cuidades como Den Haag, haberlas, hailas; pero desde luego yo no las he visto.

Primer día de curro. Y Mila intentó comprarse una bici.

Vale que soy mala ciclista. Lo admito. Pero el lunes pensaba en todos los días en mi paseo de 50 minutos ida y otros 50 minutos vuelta, me entraba un agotamiento superior al de escuchar una palabra que contenga las letras de reflex. Así que cuando en mi primer día de curro me propusieron ir a comprar una bici, decidí no rajarme. Y eso que tenía que ir hasta la tienda montada en parte de atrás de una bici, y volver pedaleando, estrenando la mía nueva.:s.

Se suponía que iríamos a por la bici después de comer, pero cuando terminamos, a la una, estaba cayendo un buen chaparrón (la cosas se ponía cada vez mejor). Mientras decidíamos si íbamos o no, Barrath, uno de mis nuevos compis se ofreció a llevarnos (por lo menos no nos mojábamos a la ida, y con un poco de suerte, a la vuelta nos podía meter la bici en el maletero).

Barrath, que ha resultado ser un experto en bicis, nos llevó a una tienda de segunda mano (la mejor opción en Holanda para comprar una bici, porque la de primeras son muy caras, y son más propensas a que te las roben). En la tienda había bastantes opciones, pero yo tenía muy claro que quería: quería una bici que sentada me llegasen los pies al suelo. Y esto, que parece algo muy simple, es bastante chungo de conseguir en Holanda (ese país está el primero del mundo en altura de sus habitantes).

El dueño de la tienda se empeño en que probase una bici (¡con la que no me llegaban los pies al suelo!), pero por que se callase estaba dispuesta a probar. En este momento el chaparrón inicial se había convertido en granizo suave (es estaban alienado los astros). Decidida a usar una de las técnicas de mi padre, me coloqué en el bordillo y así me pude subir (genial, cada vez que me quiera subir a la bici tendré que buscar un bordillo). Sin embargo no había dado ni una pedalada, y mi poco convencimiento interno se exteriorizó (aquella bici, con sus ruedecillas tan superestrechas,…). La bici se tambaleo, yo intenté poner los pies en el suelo (pero claro, ¡¡no llegaba!!), total que me apoyé decididamente en el coche que estaba aparcado (si no hubiese estado ahí, me iba al suelo). Ummm, esto cada vez me convencía menos. Pero tenía que volver a intentarlo, “venga Mila, piensa en los 100 minutos ida/vuelta de paseo”. Volví a intentarlo y se repitió la misma operación (volviéndome a agarrar al coche, por supuesto. Cuando se trata de caerme, surge mi instinto superior de supervivencia) De todas formas yo ya tenía una cosa clara, ¡esa bici no! Total, 100 minutillos andando, que es eso para mí, que a mi me gusta hacer senderismo, con lo segura que va una con los pies en el suelo,… En esto pasó lo peor que podía pasar, el dueño, viendo que su negocio peligraba, salió a ilustrarme en inglés como tenía que subirme a la bici. Pretendía de mí una cosa superartística, que según el era superfácil, solo consistía en sentarme tras varias pedaladas. Recordemos el panorama, granizando un poco, yo la experta ciclista, con una abrigo largo, intentando montar de pie en una bici (cosa que solo he hecho en spinning y porque la bici era estática), recibiendo explicaciones de un holandés hablándome en inglés. Tenía menos fe que él en que el experimento saliese bien, de hecho no quería, ya tenía claro que no quería esa bici. Por dios, que estamos en Holanda, ¿no iba a haber otra bici que me cuadrase? Pues en su tienda está claro que no. La otra chica que iba a por la bici, se volvió feliz y contenta en su bici. Y yo al fin y al cabo también, tranquilamente en el coche montada, sabiendo que seguía necesitando una bici como el comer, pero no esa bici con la que tan poco feeling había habido.

Así que por el momento, Mila sigue practicando trekking, que después de todo es un deporte tan muy digno como el ciclismo o más.

Ya os contaré si algún día consigo una bici, pero mientras tanto, tulipanes, sed buenos.
Mila.

Descubriendo Holanda:

- ¿Sabéis que las bicicletas típicas holandesas no tiene el freno en los manillares? No, con estas bicicletas se frena pedaleando hacia atrás. ¡Cómo para tener que dar un frenazo de emergencia! Se me ha olvidado contaros que por supuesto mi bici tiene que tener dos requisitos básicos: uno que llegue al suelo, dos que tenga los frenos en los manillares.
- El mercado negro de bicis. Como os he dicho, en Holanda te sale mejor comprar una bici de segunda mano que una de primera, porque las bicis nuevas, vuelan. Yo creo realmente que el hombre tiene un instinto natural para el trapicheo. Y teniendo en cuenta que no pueden trapichear con drogas o prostitución, ¿qué les queda? Pues las bicis.¿Sabíais que Surinam era una antigua colonia holandesa? Yo no lo sabía, y menos aún que allí se hablaba holandés. A mi me lo ha contado Barath que es de allí. Resulta que hace algo más de 20 años (o eso le entendido) Surinam pertenecía a Holanda y decidió independizarse. Pero antes de eso, se ofreció a la gente que residía allí la posibilidad de elegir en que país quedarse. Y mucha gente, como Barath, decidieron venir a Holanda

Mi primer día de curro. Mila conoce a sus compis.

¡Hola tulipanes (ya me estoy haciendo al país)!

En el post anterior me había quedado como al final de la cabecera del príncipe de Bell-Air (para los que no hayáis sido niños en los 90 hago la aclaración), osea, estaba llamando a la puerta. La verdad estaba ahí plantada estudiándome los botones, para acertar con el timbre cuando pasó uno de mis compañeros por la puerta, me abre y me dice: “Tu debes ser Mila”. Cuando en las películas a un personaje le sueltan esta frase el aludido responde con “Y tu debe ser fulanito! Pero yo no tenía ni idea de quien era ese tío, así que actué al estilo guiri, estilo al cual por cierto últimamente recurro con frecuencia, diciendo que sí y sonriendo ampliamente.

Fulanito me acompaño hasta donde estaba mi jefe. Este me saludo, y se le ocurrió la gran idea de presentarme a toda la oficina. Este es un trámite aparentemente necesario pero realmente inútil. Me presentó a unas 17 personas, de las cuales podemos decir que me quedé con el nombre, tirando por lo alto, de 4. Delante de cada persona nos pasábamos como unos violentos 3 minutos, en los que la persona me daba la mano, me decía su nombre, y mi jefe me soltaba una parrafada en inglés explicándome a que se dedicaba. Parte del tiempo de la presentación, en la que mi jefe estaba hablando, yo mantenía un debate interno sobre a quien debía mirar, si a mi jefe (ignorando parcialmente a la persona presentada) o al aludido en cuestión (como si se tratase de un cuadro de museo del que me están contando su batallita). De locos, ¿verdad? Al final de cada presentación me sentía en la obligación de tener que hacer algún tipo de comentario relacionado con lo que me habían contado, pero como había estado parte del tiempo avisándome a mi misma de “ahora te toca mirar a este”, “cambia ahora al otro”; pues no me había enterado de mucho, por lo que en la mayoría de las ocasiones me limitaba a decir: “aja”.Lo peor de todo, es que éramos tres los que nos incorporábamos ese día, con lo cual la gente tendría tres “ajas” distintos para comprobar quien era el que disimulaba mejor.

Lo que si saqué en claro tras la ronda de presentación son las distintas nacionalidades que convivían en la oficina. La situación actual es la siguiente: una chica griega (que ahora mismo me estoy dando cuenta que nunca come con nosotros, ¿dónde comerá?), un británico, tres francesas, un venezolano (para que no se me olvide como hablar español ;), una española (¡¡que soy yo!!) y el resto, holandeses. Con semejante popurrí la pregunta es obligada, ¿cómo íbamos a hacerlo para entendernos?

La respuesta quedó bastante claro entre el descanso para el café (10 a 10:15) y la hora de la comida (que no sé porque la llamo hora, porque sólo son 30 minutos, de 12:30 a 13:00). Como os podéis imaginar nos comunicamos en inglés (eso sí, cada uno con su acento, así que el pobre del británico tiene que estar desesperado). La verdad es que los holandeses hablan en inglés sin despeinarse, pero también al ser mayoría, y al jugar en casa, tiene una tendencia natural a hablar en su idioma. Por norma general las conversaciones a nivel de mesa colectiva se hacen en inglés, pero cuando uno habla en petit comité con el al lado escoge el idioma J. El problema llega cuando A) te sientas mal, tu solo en territorio enemigo (ggg), y estás rodeado por miniconversaciones en holandés o B) cuando una miniconversación en holandés se extiende a macroconversación. En estos casos yo intento esforzarme por entender, pero después pienso: “¿qué hago esforzándome si no sé holandés? Ya decía yo que se me olvidaba algo…”. J De todas formas solo hace falta que pongamos medio minuto cara de ¡qué no me entero!, y se vuelve al inglés.

Las primeras conversaciones ese día con mis compis fueron las típicas: ¿de dónde eres exactamente?¿es la primera vez que estas en holanda?¿cuanto tiempo has estado en Francia? (Esta última se debe a que a la gente le raya mucho el hecho de que esté con una beca francesa…). Cómo os podéis imaginar, cada vez que me preguntan de donde soy, yo respondo Cáceres. Pero vistas las primeras reacciones, siempre acompaño el nombre de Cáceres de un “close to Portugal” (cerca de Portugal), coletilla que le he copiado a Elena de cuando estuvo en Inglaterra (copyright). Y si tras la aclaración, me siguen poniendo caras raras, entonces reacciono atacando: “Pues somos Patrimonio de la Humanidad” (Ojo, ponedle el tonillo adecuado, en plan, “considérate un inculto :-p” ). Como podéis comprobar, ¡no dejo lugar a la improvisación!. En una de estás, el inglés me hizo la pregunta de rigor: “¿de dónde eres?” Y yo procedí con mi retahíla: “pues mire vengo de Cáceres, muy cerca de Portugal…”. Y él me cortó: “¡Ah, de Extremadura!” “Pues sí, de Extremadura, sí” (¡Vaya!, con uno que podía practicar mi minisermón para ver si lo estaba haciendo bien, y va y conoce Extremadura).

Seguro que muchos de vosotros, los extremeños claro, os estaréis preguntando: ¿Y si no con conocen Extremadura (con la excepción del británico, claro), qué conocen? Y los madrileños ahora mismo estaréis pensando: “Madrid seguro que sí”. Ummm (estoy arrugando la nariz). Madrid lo conocen de oídas. Lo que realmente conocen aquí es ¡¡Lloret de Mar!! (vamos, como en las excursiones de 3BUP /1º Bach). También había uno que me hablaba de “Salao” (esto me lo dijo al final del día, que yo estaba cansada, y pensaba ¿pero qué me está contando este muchacho de salao, si eso son las comidas!). Luego caí que me estaba hablando de Salou (lo dicho, la típica excursión del instituto). En fin, ya intentaré explicarles que hay muchas más cosas en España que un camping en la costa, como por ejemplo Cáceres, una ciudad patrimonio de la humanidad.;p.
Mientras los adoctrino, vosotros sed buenos,
Mila

Descubriendo Holanda:

- ¿Sabéis que el primer lunes de cada mes, a las 12 de la mañana tocan las alarmas de todas las ciudades holandesas para comprobar si funciona? Imaginaos, el mediodía de de todos los primeros lunes de mes, Holanda se convierte en una gran bocina. ¿Y qué pasa si realmente alguna vez pasa algo un primer lunes a esa hora?¿Será como Pedro y el lobo? Bueno, podéis estar tranquilos, con lo extremadamente puntuales que son, se alarmarán si la bocina suena a las 12:01 o a las 11:59, o si suena dos veces. (En España esto no pasaría. 1º-. Si sonase dos veces pensaríamos, “¡mira que gracioso que se le ha olvidado que ya ha tocado una vez! O… ¡qué jodio, le ha cogido el gustillo! 2-. Como cada reloj tiene una hora, si sonase a las 11:50, seguro que con alguno cuadraría o simplemente nadie se plantearía que no esta sonando a las 12 exactas. Y en el caso que algún iluminado (con padre o madre extranjero) se diese cuenta, este pensaría: ¡mira el de la campanita, hoy quiere irse pronto para casa! 3-. Pero pensándolo mejor, en España todo esto no pasaría porque no hacemos simulacros a nivel cuidad, o desde luego no mensualmente!! Es más, si alguien lo propone será tachado de pardillo 4º-. Pensándolo aún mejor, ¿tenemos alarmas en las ciudades?). Conclusión, cuando me lo contaron, como buena española, puse cara de ¡venga ya!

Fe de erratas. Rectificar es de sabios:

- Recordáis lo que os conté sobre los pasos de cebra. Pues no es del todo cierto. Y como no quiero transmitiros falsas informaciones sobre Holanda, pues corrijo. A ver si que hay pasos de cebra a la española. (Blanco/negro/blanco/negro en franjas uniformes). Pero también los hay de otro modelo (supongo que pensados para que la gente con las bicis o motos no resbale), lo único es que no son como los pasos de cebra subliminales de España (ya sabéis, los que sólo son cuadraditos y donde esperas que estén las rayas no hay nada). Bueno, pues esos en Holanda en lugar de cuadraditos tienen dos líneas (que acotan lo que en España sería la zona de las rayitas inexistentes). Y a su vez estas líneas tienen unas cuantas líneas perpendiculares, de distintas longitudes, no hacia la zona de las rayitas inexistentes (porque sino existirían, ggg), sino hacia fuera. ¡Vaya!, nunca pensé que fuese tan difícil describir un paso de cebras.

Mi primer día de curro. Mila va al trabajo.

Pues sí, llegó, llegó el triste día en el que ¡se me acabaron mis vacaciones! Seis meses de acostarme a las 4 de la mañana leyendo “creíbles” novelas para adolescentes sobre una chica y un vampiro enamorados (:s); y en los que el concepto madrugar era levantarme a las 10:30. Seis meses que suscitaban en la gente dos tipos de comentarios: unos, “¡aprovecha! Cuanto más tiempo pases de vacaciones, ¡mejor!”; y otros, “¿pero no estas haciendo nada!”. ¡Ay, cuanta razón tenían los primeros! ;).

Así que el gran día llegó. Y llegó de una forma muy brusca, con un despertador impertinente sonando a las 7:15 de la mañana. Una hora más tarde, conseguía salir de casa. (¡¡Sí, lo sé!!, soy superpachorra, ¡qué le vamos a hacer! Si la que lo sufre soy yo, que me tengo que levantar como poco una hora antes de la hora a la que quiera salir… Y lo peor es que soy pachorra condicional porque para muchas cosas soy muy nerviosa, pero claramente no por las mañanas). Mi idea inicial era salir de casa a las 7:45, y ya sabía yo que me estaba engañando a mi misma al poniendo el despertador a esa hora; para poder llegar al curro, como muy tarde, a las 8:30. Mi jefe el día anterior, al preguntarle yo a que hora debería llegar, me dijo que me lo tomase con calma a ser el primer día. Clarisse, por su parte, me había dicho que se podía entrar a trabajar entre 8 y 9; y que el principal límite eran las 9, porque si quería llegar antes podía. (Pueden estar tranquilos que NO voy a estar en el club de los que a las 7 de la mañana están currando). De todos modos, yo quería entrar pronto, para salir pronto; ya que seguía con mi agobio interno del horario de las tiendas. ¡Cuándo iba a comprar y arreglar las cosas que me faltan si las tiendas solo abren cuando estoy en el trabajo!

Como podéis comprobar, en todos mis cálculos contaba con los 50 minutillos que según google-maps iba a tardar si iba andando de mi casa al trabajo. De todas formas yo estaba convencida de que exageraba. Ya le iba a demostrar yo al google-maps que estaban equivocados. ¡Si no hay tanto recorrido! Así que me puse a andar.

Muchos de vosotros ya sabéis que no soy buena ciclista. No he montado en bici lo suficiente como para sentirme cómoda yendo en ella. Pero tanto asocia la gente las bicis con Holanda, que estaba ya semiconvencida de que necesitaba una. La verdad es que el domingo, a la vista de cómo estaba la cuidad, pensé que era un sitio perfecto para sacarme la espinita de la bici. De todos modos quería ver el movimiento de coches de un día de diario para saber cuantos días por la noche tendría que darme vueltas en bici por Delft hasta que me viese con la soltura de montar habiendo coches. Esta era una de las cosas en las que quería fijarme a lo largo de mi camino yendo a trabajar. Otra de las cosas era ver qué ruta sería mejor para ir yo en bici (suficientemente llano, con poco movimiento, etc). Como podéis ver el tema bici me obsesionaba. Por cierto, las conclusiones de esta investigación podéis leerlas en el apartado: Descubriendo Holanda ;).

Cuando llevaba un ratín andando pasé por la estación de trenes de cuya puerta salen autobuses. Vi algunos que llevaban a la universidad, que esta cerca de donde yo trabajo, pero tenían unas colas impresionantes, y la verdad yo no tenía muchas ganas de empezar tan temprano a preguntar en inglés como funcionaba el tema autobuses. Así que seguí andando.

Una de las cosas de las que suelo presumir (ojo, que no son muchas :p) es de que me oriento bien. Entre seguir a las bicis (universitarios que iban a clase) y lo que recordaba del la vez que nos recogieron en la estación para ir a la entrevista, fui avanzando reconociendo edificios (ole, ole y ole, Sr. Fogg). Sin embargo cuando llevaba 45 minutos andando mi sentido arácnido se despistó. Creo que tiene que ver con llevar 45 minutos de paseo (al final los de google iban a tener razón…). Por un camino tan largo te da para encontrarte los prismáticos, la mochila, el bastón y las gafas de Wally varías veces. De hecho hasta me crucé con el propio Wally que me dijo: “Pero Mila, aún sigues andando”. La verdad es que tenía un mapa, pero hacía un frío que lo que más me apetecía era quitarme los guantes, y pararme a investigar. Así que opté por preguntar. Como no, al primero que pregunté también era su primer día en la cuidad (¡perfecto!), pero a la segunda ya tuve más suerte. Tuve que desandar un pelín, pero a las 9:15 aprox. ya estaba llamando a la puerta de la oficina. (¡Hacía dos horas ya que me había levantado!)

Más tarde os cuento como siguió mi primer día, pero mientras tanto, sed buenos.
Mila.

Descubriendo Holanda: (Investigación realizada durante mi primer paseo matutino)
A-. Los coches los tiene de adorno, no los mueven de donde están aparcados. Son como los enanitos de jardín. Tanto en Cáceres como aquí vivo cerca de un colegio. No os podéis imaginar los atascazos que se montan en Cáceres a la salida/entrada del cole. Pero aquí todo es distinto. La gente lleva en bici a sus hijos al cole (¡esto ya es vicio!). Por tanto el concepto holandés de llevar a los niños al cole, consiste en ir en bici el padre o la madre y en paralelo en otra bici el niño en cuestión. (cri-cri).
B-. Peatón extranjero que vas a Holanda. ¡Cuidado con las bicis! En este país el peatón es el gran olvidado. ¡Cuidado al cruzar, primero porque los pasos de cebra son distintos a los españoles! “Creo” que son un conjunto de líneas horizontales de distintos grosores y longitudes. Y no siempre suelen estar situados donde estarían en España (en España casi siempre, al principio y al final de una calle suelen poner un paso de cebra, pero aquí hay muchas veces que no). El otro día venía de currar, y crucé por donde si estuviésemos en España habría un paso de cebra (no sé si realmente había uno de estos raros que os digo). El caso es que empecé a cruzar, y en esto pasa uno en una moto, y me dirige unas palabras que a juzgar por su cara fueron poco amistosas. Yo le correspondí con un conjunto mental de insultos en español, que no me atreví a verbalizar (sólo llevo una semana aquí y no se si como reaccionan ni su nivel de español). Por lo tanto, y hasta que me entere de cómo funcionan aquí los cruces, de momento, si os venís a los Países Bajos, a la hora de cruzar dejad que pasen las motos y las bicis primero.

PD:Siento que haya sido tan largo, pero la culpa es de Luis :p (por protestar)