lunes, 27 de abril de 2009

I'm back (Capítulo 1º)

Tulipanes, Little Mila está de vuelta y viene cargada de nuevas aventuras. Solo deciros a aquellos que pensabais que ya no iban a pasarme más cosas graciosas que me conocéis bien ni a mí ni a mi puntería. Para aquellos que estéis levantando una ceja ahora mismo añadir que primero, os odio porque yo no soy capaz de hacerlo y segundo, vamos a por mi primera aventura de la vuelta de Semana Santa: ¡la operación retorno!
Después de una Semana Santa bastante entretenida con visitas, procesiones, sacar tiempo para ver a unos, a otros, y lo más importante ¡¡comiendo todo lo que no puedo comer en Holanda!! (potaje, arroz patatas y bacalao, torrijas, coquillos, jamón ibérico,… hay fotos que lo atestiguan, hechas para enseñarles a los guiris porque en España somos más sonrientes y más felices, pero yo ahora mismo procuro no verlas), bueno, pues después de todo esto, tocaba vuelta a Holanda. (Comprendéis ahora porque me he pasado unos días “homesick”, ¿verdad?). Y la vuelta en sí no solo da muchísima pereza porque implica despedidas (que personalmente no me gustan) sino porque engloba también un bonito viaje de unas 9 horas (Cáceres-Barajas 3 horas, 2 horas de espera en Barajas, 2 horas y media de vuelo, media hora hasta que recoges la maleta y una hora en tren hasta Delft) ¡Sin comentarios!
Creo, tulipanes, que todavía no os he contado el porqué del nombre del blog, pero tranquilidad que este no va ser el momento en que lo haga (que tengo aún muchas otras batallitas pendientes). Sin embargo, os aclararé que se me ocurrió entre otras cosas cuando me enteré de que justo el día que iba a París había ¡de nuevo! huelga de transporte (no se si sabéis que el año pasado fui a un curso a París de 9 días y 6 de ellos hubo huelga de transporte. Es una experiencia muy francesa que hay que vivir al menos una vez en la vida, pero ya siete veces creo que es pasarse) o cuando casi que pierdo el tren que me llevaba de París a Delft porque el hecho de ser española y tener dos apellidos hacía que el sistema fallase (ole ahí los programadores buenos. Que me dices que soy rusa y que mi nombre se escribe con el alfabeto cirílico y lo entiendo, pero que soy del país vecino..., ya sabeis...¡los de las fresas!). Asi que esos días desarrollé una especie de fobia a perder medios de transporte o tener que cogerlos sufriendo en el último minuto y que esta operación retorno solo ha conseguido acrecentar.
Mi vuelo para Ámsterdam salía a las 15:50 de la T4 y era de la compañía Iberia (“Tu primera compañía”, ¡ja! y la última). Llegamos a Barajas un pelín justos de tiempo para lo que yo tenía pensado, a eso de las 14:10, pero por experiencias anteriores, y sobre todo basándome en mi ultima salida de la T4 con Vueling, ibamos sobrados (ya,ya…).
Yo no sé "de qué seréis vosotros", pero yo soy de “low cost” y partidaría de para qué pagar un vuelo de 200 euros en el que con suerte me den un sándwich de pavo, si puedo pagar 40 y comerme de seguro mi bocata de “aceitunada” (los telecos me entienden). El caso es que era la primera vez que volaba con Iberia saliendo de la T4 y no sabía en el infierno en el que me estaba metiendo… Según nos acercamos a los mostradores de facturación vemos una cola enoooooooorme al estilo serpiente comprimida (igual que las de Port Aventura, en las que te haces amigo de la gente de la cola porque te de tanto que te cruzas con ellos hasta les terminas saludando). Mi primera reacción fue “glup, glup” y me puse a hacer cola. Cuando llevo unos diez minutos, me da por fijarme en los carteles y veo que pone “sólo pasajeros con tarjeta de embarque”. Respiro hondo, y decido cambiarme de cola yendome al siguiente pasillo donde hay otros mostradores de Iberia con su correspondiente serpiente comprimida pero estos sí que son para la gente que no tiene tarjeta de embarque. El cambio no solo lo hice yo sino también mis nuevos amigos, aquellos que estaban delante y detrás de mi en la cola inicial (ya os he dicho que estas esperas fomentan las relaciones de amistad). Mis nuevos amigos deciden investigar y descubren preguntando a un trabajdor de Iberia la cola en la que nos encontramos ahora es solo para ir a Nueva York (“Pero oiga, que en la pantallita pone que estos mostradores también valen para el vuelo a Ámsterdam”, “No, no, eso es para Nueva York le digo”). Sensación en ese instante: cri-cri. Tras eso se acercan a preguntar a una señorita de Iberia que les cuenta que tenemos que ir a unas máquinas, sacar en ellas la tarjeta de embarque y luego volver a la cola para dejar la maleta. "¿Pero las máquinas no son para el autocheck-in, cuando no llevas maletas?" "No, no, vaya a las máquinas". Aquí a mi ya me temblaban las piernas.
¡Y hasta aquí puedo leer! Que mira que horas son y mañana toca trabajar. Así que nos quedamos con nuestra heroína con un ataque de nervios en la T4, sin billete, con maleta (no precisamente de las pequeñas), con las colas tipo "serpiente comprimida". ¿Llegará Little Mila a su destino?¿Tendrá que comprar otro billete?¿Extenderá sus vacaciones algún día más?¿Se acabarán sus problemas una vez que han preguntado a la señorita de Iberia?
Todo esto y mucho más en el próximo capitulo de “Las Aventuras de Little Mila”

PD: Familiares y amigos, no os enfadéis porque haya puesto que lo más importante de Semana Santa fue coger reservas. Entended que este es un país donde la gente come un sándwich absolutamente todos los días. ¡¡Que vino un día un jefazo de la empresa y la comida fueron sándwiches en pan especial!!

martes, 7 de abril de 2009

¡¡Ya tengo bici!!

Sí, tulipanes, no me puedo ir de vacaciones de Semana Santa si contaros la noticia más esperada de este blog (que para variar va un poco atrasada en el tiempo): ¡¡¡Mila tiene bici!!! ¡¡Aleluya, aleluya!! (Sed conscientes que contándoos esto me salto otras apasionantes historias que no desvelaré para que me sigáis leyendo:p)

Para que os situéis en el tiempo, nos encontramos en mi segunda semana en los Países Bajos (ya la memoria empieza a fallarme y no se si estamos a lunes o martes, pero vamos que no es muy relevante). Hasta la fecha llevaba tres intentos fallidos de compra de bici: dos que ya os he contado, cuando mi otra compañera se la compró y el hombrito de la tienda se rió todo lo que quiso de mi (pobre yo), otra cuando llegué a la tienda y estaba cerrada (pobre yo, bis); y una tercera cuando me acerqué a La Haya a ver a un compañero de Teleco al que le conté mis penas con las bici y me llevó a un sitio donde un yonki vendía bicis por 20 euros (robadas de Bélgica para no tener problemas aquí, ya me quedaba más tranquila), sin embargo el Sr Yonki resulta que tenía cerrado por descanso dominical (pobre yo, bis bis)

Cuando ya te falla el puesto de los yonkis, estas en el punto en el empiezas a darlo todo por perdido, y te ves como la caminante eterna en el país de las bicis. Y fue en ese momento cuando me llamaron a mi jefe unos compañeros de la planta baja y le dicen: “a ver si puede bajar Mila” (como cuando tus vecinos llaman al portero automático de casa para que te bajes a la calle a jugar). Y chan-chan-chan, allí estaba ella, ¡¡MI BICI!! Hasta los más optimistas del planeta no contaban con que consiguiese una bici. Claro, ¿cuándo iba a conseguirla?, si esto es la pescadilla que se muerde la cola: las tiendas de bicis solo están abiertas cuando estas currando y para llegar a ellas a tiempo una necesita una bici, ¡¡pero era justo lo que quería comprar en la tienda!! Y además yo no sabía donde estaban las tiendas, y no tenía Internet en casa para buscarla, y de hecho no sabía ni como se decía bici en holandés, y, y, y… Pues bien, a partir de ese momento ya todos estos y, y, y pasaban a formar parte del pasado (a la pila de problemas que ya no lo son nunca másJ) Hasta que uno de mis compañeros me dijo “Bueno, pruebala”, y entonces en la pila de problemas surgió mágicamente una nueva entradaL. Estaba pensando contaros que me preocupaba más irme a casa con la bici que dar la vueltecilla de pruebas, pero decir eso sería mentiros, porque después de la experiencia con mi amigo el que esperaba de mi piruetas y no conseguí ni empezar a pedalear, ya solo cogerla me parecía un imposible (además esta ya era mía, mía, así que si no me gustaba o me la comía con patatas o me iba al puesto del yonki y me dedicaba a la reventa).

Con tanta expectación y con la bici ya comprada no podía posponer más la prueba, así que allí me lancé (traté de cerrar la boca fuerte, con los labios a modo de protección de los dientes, que no me pasé dos años con aparato por puro ocio), y allá fui. Desde luego se me veía con poca soltura (no puedo negarlo), pero no fue tan caótico como esperaba. Con esta bici, una en condiciones (con sus frenos en el manillar, con las puntas de los pies tocando el suelo desde el asiento), el “empezar a pedalear” era otra historia. Primera prueba superada, uffffffff.

Además el mismo compañero que me dio el disgusto con el “pruébala”, me dio la alegría al momento siguiente diciéndome “uy la luz no funciona, tengo que revisarla”. Al segundo estaba yo respondiendo “Ah pues entonces hoy la dejo aquí en la oficina y ya mañana me la llevo, porque no quiero que el primer día con la bici me multen” (Sacando a colación el tema multa ningún holandés podría rechistar ni acusarme de miedica, que el dinero es sagrado). Solo a la gente española cuando les contaba que ya tenía bici, pero que no la había cogido para evitar una multa clara, me respondían con guasa “Si, si, multa; anda que no te ha venido bien que no funcione la luz”. Al tercer comentario jocoso, mi orgullo ya había visto suficientemente herido (porque una cosa es que yo me critique, pero ahora, que la crítica venga de fuera), para prometerme a mi misma que al día siguiente Mila se volvía en bici de la oficina lloviese o nevase.

¡¡Nos vemos a la vuelta tulipanes!! Sed buenos y descansad.

PD: A ver si aprendo a subir fotos y os subo una foto de mi bici (y así os ahorro una descripción eterna).

Uyuyuyuyuy

Uyuyuyuyuy tulipanes, en breves instantes el post más esperado del momento.........
Mila y las bicis..........En unos momentos.........No cambies cambies de página.........Uyuyuyuyuy.........